Siempre es equivocarse

Es muy usual que uno piense que en su bando están todos los buenos, y que en el bando contrario todos los malos, lo cual nunca o casi nunca va a ocurrir; de hecho los malos normalmente estarán distribuidos en ambos bandos

En el artículo “Mejórate a ti mismo…” dijimos: …Además no bastará con decidir una vez hacernos más responsables: tendremos que estar renovando el compromiso de asumir nuestras responsabilidades, más aún al surgir a nuestro alrededor voces frecuentes de que no es así, de que siempre hay otro(s) culpable(s) de todo lo que nos ocurre.

 
En un mundo de tanta confusión como el actual hay actitudes en nosotros, algunas muy frecuentes, que también estimulan dicha confusión. Una es la generalización. Una vez vi en Internet esta definición de Generalizar: Es el proceso mediante el cual se establece una conclusión general a partir de observaciones particulares. Estas pueden ser de una o de varias personas. Y debo decir que hoy día existe en la sociedad una tendencia cada vez mayor a generalizar en diversas áreas de nuestras vidas. Y ese hecho no solo va a fomentar la confusión en nuestra existencia, sino que nos va a hacer cometer muchos errores.

A continuación describimos situaciones que ocurren… cuando generalizamos:

1. La gente toma bandos consciente o inconscientemente, para señalar y acusar de ciertas actitudes al bando contrario, así como para justificar o excusar a las del bando de uno. En ese caso es muy usual que uno piense que en su bando están todos los buenos, y que en el bando contrario todos los malos, lo cual nunca o casi nunca va a ocurrir; de hecho los malos normalmente estarán distribuidos en ambos bandos. Todo esto implicará que al generalizar las responsabilidades personales se diluyan, algo contrario al compromiso para mejorarnos a nosotros mismos;

2. Contribuimos a fomentar el resentimiento entre personas, causamos irritación en otros;

3. Así enseguida bloqueamos cualquier intento de razonar con objetividad, algo que precisamos hoy día con urgencia;

4. Juzgamos a personas y situaciones de las cuales no tenemos la menor idea, lo hacemos por lo que escuchamos por allí (ejemplo a través de chismes), y así seremos injustos;

5. Nos hacemos superficiales, lo que a su vez nos lleva a transmitir medias verdades como si fueran plenas verdades. Aunque 50 millones de personas digan una mentira sigue siendo una mentira.

Finalmente, si queremos evitar el nocivo efecto de las generalizaciones en cualquier área, nunca debemos depender solo de opiniones, así estas sean respetables. Tendremos que basar nuestras vidas en valores verdaderos, que provengan de las palabras de Dios, y procurar la integridad al máximo.

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«Mejórate a ti mismo…»

Cuando decidimos hacernos más responsables por todo lo que sucede en nuestras vidas, empezamos un proceso hacia la madurez real, la cual no depende de nuestra edad cronológica

Observando todo lo que sucede a nuestro alrededor y más allá, los seres humanos deberíamos estar aprendiendo algo que resalta de muchas formas: que vamos a tener que atenernos a las consecuencias de nuestras decisiones y actos. El libre albedrío es una potestad que nos ha sido concedida por Dios, y que si bien conlleva el poder escoger nuestro proceder en la vida sin pedir permiso y según nos parezca mejor a cada uno, además implica una gran responsabilidad: la que se deriva del resultado de dichas escogencias.

Todos decidimos mal a veces. La clave está en que si se escoge mal hay que aceptarlo y hacer algo por solucionarlo. Lo que importa es que aprendamos y avancemos. Analizándonos a conciencia, deberíamos admitir faltas y flaquezas nuestras, en especial las deliberadas, buscar corregirlas y no dejar que una mala decisión lleve a otra. Si pensamos que podemos dejar de cometer errores y avanzar sin remediar el problema, lo más probable es que sigamos metiendo la pata.

Por otro lado el mundo es como una especie de banco de pruebas. Hay 2 cosas muy ligadas entre sí que a los humanos nos hacen mucho daño: el egoísmo y el orgullo desmedido. Ambas son inherentes al ser humano, pero también lo es la capacidad de superarlos. Toda persona tiene el potencial para ejercer gran influencia para bien, bastará con desearlo de verdad, e invocar el favor de Dios con constancia para lograrlo. Todo lo que a su vez solo será posible con más humildad en la vida. Ser humilde no significa que uno debe tener un concepto más bajo de sí mismo. Se trata de: 1. Creer que los demás poseen al menos algunas habilidades en las que destacan más que uno; 2. Esforzarnos por ver el lado bueno de los demás. Algo que en la práctica es imposible para alguien muy engreído.

Cuando decidimos hacernos más responsables por todo lo que sucede en nuestras vidas, empezamos un proceso hacia la madurez real, la cual no depende de nuestra edad cronológica. Es cierto que al pasar el tiempo viviremos más experiencias, y por tanto deberíamos ser más dados a crecer como seres humanos, pero ellas no generan per se una mayor madurez y consciencia en nosotros. Dependerá de que decidamos que esas experiencias nos llamen a la reflexión y nos muestren cuánto influimos con nuestras elecciones y actitudes en lo que nos ocurre. Además no bastará con decidir una vez hacernos más responsables: tendremos que estar renovando el compromiso de asumir nuestras responsabilidades, más aún al surgir a nuestro alrededor voces frecuentes de que no es así, de que siempre hay otro(s) culpable(s) de todo lo que nos ocurre. Tendremos que manejarnos en ese mar de confusión que es la vida actual, para pararnos firmemente en este y otros temas vitales.

Finalmente:

Dios me dijo que construyera un mundo mejor.

Respondí: «¿Y cómo?

El mundo es despiadado, cruel,

y soy pequeño e incapaz.

Lo que hiciera sería ineficaz.»

Dios, en Su sabiduría, añadió:

«Mejórate a ti mismo; nada más».

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Dar un paso extra

Ojalá cada uno pudiésemos dar un paso extra en nuestro día a día: salirnos de la queja continua, la crítica constante y destructiva, el resentimiento, la amargura, la tristeza…

En otras ocasiones he expresado lo vital de tomar tiempo para reflexionar sobre lo que nos sucede cada día, en especial en un mundo lleno de crispaciones y desequilibrios como el de hoy. He pensado varias veces sobre mis actitudes y comportamientos usuales con los demás y me digo: cuando surgen diferencias con otros ¿tiendo a apartarme, a trazar círculos que excluyan a otros? ¿O trazo círculos que los incluyan? Debo aceptar que mi respuesta a estas preguntas es la primera, tiendo a trazar círculos que excluyen a otros en circunstancias así. Algo que por cierto al dar una mirada casi que a cualquier parte del mundo, pareciera que es lo usual. Lo que me ha llevado a reflexionar seriamente sobre este tema, para luego percatarme de que cuando Dios envió a su único Hijo Jesús al mundo para manifestarnos su gran amor por la humanidad (el cual por cierto es para TODOS: creyentes y no creyentes, pobres y ricos, afines o antagónicos, amables y antipáticos, y un largo etc), él trazó un círculo lo bastante amplio para que nos incluyera a TODOS, a pesar de nuestros pecados, defectos y flaquezas. Lo que hace preguntarme de nuevo ¿será que alguna vez podré llegar a amar así?… ¿o algo parecido?


Ojalá cada uno pudiésemos dar un paso extra en nuestro día a día: salirnos de la queja continua, la crítica constante y destructiva, el resentimiento, la amargura, la tristeza, para así tratar de descubrir indicios de lo que ha sembrado el Espíritu de amor de Dios a nuestro alrededor: en nuestros vecinos, amigos, lugar de trabajo, y más allá. Y sea mucho o poco lo que veamos al hacerlo, igual podemos elegir ser instrumentos de ese Espíritu de amor para comenzar a actuar guiados por este lo más que podamos; y al mismo tiempo dedicarnos a fomentar esas señales de esperanza para todos. Hoy día vamos a estar necesitando más que nunca de este tipo de actitudes, y mientras más personas las asumamos mayor será el impacto positivo de ellas.


Para quienes decidan hacerlo cabe aclarar que el equilibrio en la vida no se consigue de una vez por todas; requiere de un esfuerzo constante de nuestra parte. Y esto no es tan malo como parece… ¿por qué? Porque si bien los retos que afrontamos cada día alteran ese equilibrio, también es cierto que son una parte necesaria del proceso continuo de aprendizaje que nos fortalece y nos ayudará a llegar a ser las personas que Dios sabe que podemos llegar a ser…eso sí rogando por su favor para lograrlo.

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«No está aquí…ha resucitado»

Él siempre ha estado allí…incluso tal día como hoy resucitó, y venció a la muerte para siempre, para luego llegar a decirnos: y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo

Hoy el mundo cristiano (católico y protestante) celebra el suceso más impresionante y singular de toda la historia: la resurrección de Jesús. De acuerdo a varios historiadores y apologistas hay argumentos sólidos que demuestran que la resurrección de Jesús sucedió en verdad.

Hay una historia en los Evangelios de cuando Jesús se quedó dormido estando en una barca con sus apóstoles, y en medio de una tempestad estos le dicen: Señor sálvanos que perecemos, y allí Jesús se levanta y ordena a la tempestad que pare, a lo que ellos dicen: ¿Qué hombre es éste que aun el viento y el mar le obedecen? (Mateo 8:27). Habiendo estado con él durante un tiempo, viendo muchos milagros que estaba haciendo, aún así les costaba entender que habían estado en la presencia del Hijo de Dios. Una vital reflexión de hoy día sería que, a pesar de las tormentas de la vida, de todo lo que estamos viendo y viviendo: guerras, catástrofes naturales, conflictos de todo tipo, la pandemia reciente que afectó a todos de alguna manera, etc. nunca se nos olvide todas las veces que el Señor nos ha sacado de situaciones que en su momento parecían hasta imposibles. Él siempre ha estado allí…incluso tal día como hoy resucitó, y venció a la muerte para siempre, para luego llegar a decirnos: y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:20b v. RV60). Es decir que a pesar de todos los pesares, nunca se nos olvide que el capitán resucitó, está vivo, y por eso sigue al mando del barco.

A continuación algunas reflexiones sobre la resurrección:

  1. En la vida mucho depende, en todas las áreas, de en qué creemos. En un mundo donde la gente cree en todo, a veces le cuesta creer lo que realmente es verdad y más importante
  2. La resurrección de Jesús es uno de los sucesos mejor documentados; incluso según Billy Graham hay más pruebas de que Jesús resucitó que las pruebas de que vivió Julio César o que Alejandro Magno murió a la edad de treinta y tres años
  3. Ella prueba que hay vida después de la muerte. Gracias a la resurrección de Jesús, la esperanza del hombre ya no está limitada al ámbito de sus posibilidades humanas, si elegimos creer en ello
  4. Prueba también que Jesús es quien afirmó ser, el Hijo de Dios y Dios mismo
  5. El escritor Charles Colson dijo: Tengo la certeza de que la resurrección es un hecho y Watergate me lo demostró. ¿Cómo? Porque 12 hombres dieron testimonio de que Jesús había resucitado, luego lo proclamaron por 40 años, y ni una sola vez lo negaron. Todos fueron golpeados, torturados, apedreados y encarcelados. No habrían resistido si no fuera verdad. En Watergate estuvieron involucrados 12 de los hombres más poderosos del mundo… y no pudieron sostener una mentira por 3 semanas. ¿Me dicen que los 12 apóstoles pudieron sostener una mentira por 40 años? Absolutamente imposible.

Finalmente una pregunta para hacernos cada uno:

¿En mi vida de verdad yo actúo como si Dios estuviera vivo?

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Resuena hasta hoy

Un iceberg es agua dulce congelada atrapada que tiene miles de años. Asimismo la verdad y las profecías del Antiguo Testamento escritas muchos años antes de Jesús se cumplieron en su nacimiento, vida, muerte y resurrección

Empezando Semana Santa quisiera compartir con los amables lectores un texto adaptado de Curtis P. Van Gorder distinto a los que usualmente leemos en esta época, en el que se asocia la vida, pasión y resurrección de Jesús con los icebergs:

“Durante su breve vida en la tierra Jesús se comparó con muchas cosas: el pan de vida, la puerta a la salvación, el agua de vida y la luz del mundo. Quizás si hablara a los habitantes de Terranova, Canadá, les diría: Yo soy el iceberg de la vida. ¿Por qué?

Algo pasmoso de los icebergs es que solo vemos un 10% por encima del nivel del agua. Sabemos un poco de todo lo que hizo Jesús por lo que leemos en los evangelios. Juan dijo: si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero Juan 21:25. De lo que  conocemos de Jesús y lo que hemos vivido, podemos hacernos una idea de cómo es el 90% restante. Él es la imagen [la manifestación esencial] del Dios invisible [la representación visible de lo invisible], el primogénito [el preeminente, el soberano] sobre toda la creación Colosenses 1:15.

Los icebergs pueden ser tan grandes como la isla de Sicilia o solo de unos pocos metros. Tienen muchos colores, estrías y formas esculpidas. Jesús vino para el pobre y el rico, el exaltado y el humilde. Su mensaje de redención fue para toda criatura en todo el mundo Marcos 16:15. Así pues deberíamos estar muy agradecidos que nos incluye a ti y a mí.

Un iceberg es agua dulce congelada atrapada que tiene miles de años. Asimismo la verdad y las profecías del Antiguo Testamento escritas muchos años antes de Jesús se cumplieron en su nacimiento, vida, muerte y resurrección.

Hay quienes se entristecen cuando un iceberg finalmente se derrite en el mar. También una flor tiene que morir para producir semillas, por fuera la semilla muere para producir la vida interior; asimismo Jesús dio todo lo que tenía para que vivamos para siempre.

Luego de que el Titanic golpeara un iceberg ignorado y se hundiera, se creó un instituto para controlar la posición de todos los icebergs para evitar que los barcos los golpearan. Nos recuerda que nos arriesgamos personalmente al ignorar a Jesús.

Al soltarse un iceberg de su glaciar puede rodar y explotar con la fuerza de una bomba atómica, crear maremotos que se sienten muy lejos de allí. Asimismo la resurrección de Jesús tras morir en la cruz causó una explosión en su día que resuena hasta hoy mientras celebramos la Pascua.”


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Enojarse es una elección

Requiere de mucho valor controlarse, y es de inteligentes percatarse de que el enojo no cambiará nada, peor aún que al final es nocivo para nuestra felicidad y salud.

En definitiva no es nada aconsejable tomar decisiones mientras uno está bajo la influencia de emociones o sentimientos, en especial cuanto más importantes sean esas decisiones; tampoco comportarse dejándose llevar por impulsos, sin pensar, máxime en situaciones que sean delicadas.

Hoy día es común que la gente se enoje, a veces por cosas banales. Es fácil enojarse con otras personas, sobre todo en un mundo injusto como en el que vivimos. Pero resulta que la ira es una elección. Cuando nos enfurecemos, elegimos enfurecernos. A veces decimos: Fulano me hace enojar tanto, pero en realidad eso no va a ocurrir sin nuestro permiso. Porque siempre podemos escoger no enojarnos ante lo que sea que nos ocurra. Requiere de mucho valor controlarse, y es de inteligentes percatarse de que el enojo no cambiará nada, peor aún que al final es nocivo para nuestra felicidad y salud. Por tanto deberíamos buscar detener el mal hábito (tan común hoy día) de tratar de cambiar las cosas que no podemos cambiar.

Cuando nos enojamos cometemos muchos errores, algunos muy graves; hacemos cosas que en ese instante pensamos que están bien, como tomarnos la justicia por nuestras manos, y actuar con violencia.

Por otro lado hay algo en lo que usualmente no pensamos: que la ira debilita al ser humano. De hecho lo coloca en desventaja frente a diversas situaciones de la vida. El relato que sigue lo ilustra:

Cuando Simbad (nombre del protagonista de un cuento tradicional árabe originario del Medio Oriente) y sus marinos desembarcaron en una isla tropical, vieron en la cima de los árboles cocos con los cuales calmar la sed y el hambre. Estos estaban muy lejos del alcance de ellos. Sin embargo, notaron entre el follaje la presencia de monos que parlaban entre sí. Simbad y sus hombres empezaron a arrojarles piedras y ramas, lo cual despertó tal furia entre los simios que estos a su vez decidieron replicar lanzándoles cocos a ellos, que era justo lo que querían aquellos. Los monos furiosos trabajaron en ese momento para ellos!
Este sencillo ejemplo es una buena ilustración de que si nos dejamos arrastrar por la ira, podemos llegar a ser como juguetes en las manos de otras personas, hasta de aquellos con los que tenemos problemas…justo con los que menos queremos que eso nos pase.

Para terminar un poema ilustrativo del tema:

Cuando pierdo la paciencia
pierdo también la razón.
Jamás puedo estar contento
de algo hecho con rencor.

Siempre que he hablado con ira,
con el rostro enrojecido,
he soltado una palabra
de la cual me he arrepentido.

Estando airado nunca hice
buena ni prudente acción
sino algo para luego
tener que pedir perdón.

Si analizo mi pasado,
lo perdido y lo ganado,
no recuerdo nada bueno
que la furia me haya dado.

Trato pues de ser paciente,
lo he aprendido con los años.
Nunca quiero actuar ni hablar
si el enojo está latente.

La experiencia me ha enseñado
que si pierdo los estribos
no hago nada aconsejable
ni que tenga buen sentido.


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Un ladrillo vital

Para ejercer cualquier tipo de buena influencia para bien en otros, la humildad es un elemento fundamental, vital, tanto que sin ella nunca puede haber una buena comunicación entre dos partes

En el artículo Construyendo una nueva casa dijimos: Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

En un mundo con conflictos por los cuatro costados, en buena parte por la ausencia casi absoluta de buena comunicación entre las partes en conflicto, hay un ladrillo que es fundamental si algún día se quisiera empezar a buscar sinceramente posibles soluciones a dichos conflictos: un ladrillo llamado humildad. Y para ejercer cualquier tipo de buena influencia para bien en otros, la humildad es un elemento fundamental, vital, tanto que sin ella nunca puede haber una buena comunicación entre dos partes. Aunque ya hemos hablado del mismo otras veces, por ser tan importante, así como por su notoria escasez en nosotros los seres humanos, es necesario hablar de ello todas las veces que sea posible. Sobre todo porque cuando escasea la humildad, abunda su contrario: la soberbia u orgullo desmedido. Y cuando abunda la soberbia, enseguida van a abundar montañas de problemas, entre ellos todo tipo de conflictos. Incluso ocurre que: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes (Santiago 4:6 versión BLPH)…lo que quiere decir que tendremos el favor de Dios al ser humildes, mientras que lo tendremos a él como el oponente más formidable que existe cuando optamos por la soberbia. 

Además cabe destacar lo siguiente: Diferencia entre orgullo y humildad: el orgullo es cuando aceptamos el crédito por cosas que Dios y/u otras personas hicieron a través de uno y por uno. Por tanto la humildad no significa pensar menos en uno mismo. Significa pensar más en Dios y en los demás.

 Finalmente, un breve poema ilustrativo del tema de hoy:

Hay veces que te crees importante

y sientes un orgullo desmedido.

Es entonces que lleno de soberbia

piensas que nadie se mide contigo.


Hay veces en que piensas que tu ausencia

dejará un vacío sin igual,

sigue pues estos consejos a conciencia

y ya verás cómo surge tu humildad.

Toma un balde, llénalo de agua,

y en él mete la mano.

Al sacarla, el vacío será igual

al que dejarás entre los seres humanos.

 
Puedes salpicar cuanto quieras,

y el agua sin descanso agitar.

Pero una vez que dejes de hacerlo,

todo volverá a su lugar.

Hay una moraleja en este sencillo poema:

Actúa de manera responsable;

ocupa el lugar que Dios te ordena,

pues nadie es indispensable.


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Construyendo una nueva casa

Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

En el artículo Necesitamos construir dijimos: Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia. Al final nos quedamos sorprendidos cuando descubrimos que tenemos que vivir en la casa que hemos construido. Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo de forma muy diferente. Pero no se puede dar marcha atrás.

Para entrar de modo persistente en lo que hemos denominado #ModoConstruir, y así poder alcanzar el objetivo de una construcción positiva de nuestra existencia, tendríamos que partir de un cambio en la mentalidad y las actitudes que hemos tenido durante mucho tiempo; esfuerzo que, a medida que se incorporen más personas al mismo, tendría un mayor impacto y cambios en el contexto y la cultura en que nos desenvolvemos usualmente. Esto no sería nada fácil. Sin embargo, si algo deberíamos estar aprendiendo de la experiencia humana, es que todo lo que realmente ha valido la pena en el transcurso de la misma nunca ha sido fácil, siempre ha costado algo, a veces mucho.

Comenzaremos comparando al mundo con la construcción de una nueva casa. Por cierto no es un secreto que luego de la pandemia reciente, esta realmente dejó al desnudo varias deficiencias y debilidades de la sociedad en que vivimos. Y esta es una realidad con la que tendremos que estar lidiando, sin importar que estemos dispuestos o no a prestar atención a lo que de verdad sucede a nuestro alrededor. De hecho, lo que no habíamos querido hacer voluntariamente antes de la pandemia, nos ha surgido como una necesidad cada vez más apremiante luego de la misma. A partir de allí nos quedó precisamente la gran tarea (que aún sigue estando pendiente) de construir esa nueva casa que acabamos de mencionar. Y cuando decimos nos quedó, nos referimos expresamente al hecho de que como humanidad nos hemos acostumbrado desde hace tiempo a que sean los líderes de todas los ámbitos de la sociedad los que hagan algo al respecto. Sin embargo, otra cosa que la pandemia dejó al descubierto es la necesidad de que cada uno de nosotros que conformamos la sociedad actual, aporte por lo menos un ladrillo de la nueva casa mencionada.

Cabe mencionar que dicha nueva casa como cualquier otra tendrá que estar sobre varios pilares de distinta naturaleza, podemos citar algunos muy importantes:

  1. Visión
  2. Decisiones
  3. Valores
  4. Compromiso

En otras entregas hablaremos un poco sobres estos pilares y además unos posibles ladrillos para la nueva casa de nuestra vida. Finalmente invitamos a nuestros amables lectores a hacerse cada uno estas preguntas:

Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

  1. ¿Qué estoy esperando en realidad de la vida?
  2. ¿Estoy tomando las decisiones realmente correctas?
  3. ¿Me estoy preparando esmeradamente para construir un futuro mejor?

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Necesitamos construir

Asumiendo una postura de humildad ante la vida, tendríamos que aceptar que nos hemos equivocado: tanto a nivel personal como colectivo hemos estado haciendo cosas nada provechosas

Hace un tiempo hablamos de lo que denominamos el Modo Construir. Es urgente comenzar a construir muchas cosas, por ejemplo desarrollar la humildad como rasgo vital de nuestro carácter. Aclarando que la humildad es una decisión, significa pensar más en Dios y en los demás, no menos en uno mismo. No es signo de debilidad, más bien de fortaleza, porque nos permite alcanzar metas de vital importancia en la vida, como por ejemplo vivir en una convivencia más armoniosa con los demás. Asumiendo una postura de humildad ante la vida, tendríamos que aceptar que nos hemos equivocado: tanto a nivel personal como colectivo hemos estado haciendo cosas nada provechosas, más bien muy perjudiciales.

Aún iniciando el año aquí un relato que ilustra la importancia de cómo construimos nuestra vida:

“Un carpintero ya en edad de jubilarse informó a su jefe que quería retirarse y llevar una vida más reposada con su esposa. Expresó que extrañaría el sueldo pero que se las arreglarían para subsistir. El contratista lamentó que un empleado tan valioso dejara la empresa. Enseguida le pidió que construyera una casa más, como un favor personal. El carpintero accedió pero era obvio que no ponía el corazón en la tarea. Trabajó torpemente y con materiales de mala calidad. Fue un final infeliz de una trayectoria de gran dedicación. Cuando el carpintero terminó su labor, el empleador fue a inspeccionar la vivienda. Seguidamente, le entregó la llave de la casa al carpintero y añadió: —Esta es su casa. Acéptela como un regalo de mi parte. El carpintero quedó perplejo y avergonzado. Si hubiese sabido que la casa era para él, habría puesto mucho empeño en su construcción. Lo mismo nos ocurre a todos. Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia. Al final nos quedamos sorprendidos cuando descubrimos que tenemos que vivir en la casa que hemos construido. Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo de forma muy diferente. Pero no se puede dar marcha atrás. Tal como el carpintero, vamos construyendo nuestra vida. Cada día ponemos un clavo, colocamos una tabla o terminamos una pared. Con nuestras actitudes y decisiones de hoy construimos nuestra casa del mañana…¡construyamos sabiamente!”

Usted construirá confianza con los demás cada vez que elija la integridad sobre la imagen, la verdad sobre la conveniencia o la honra sobre el beneficio personal. John C Maxwell

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Un futuro más prometedor

Nuestra existencia actual es pasajera; nuestra vida no es más que neblina, o sea breve. Por ello debemos aprovechar el tiempo que tenemos, mientras lo tenemos, para que pidamos al Señor Dios que nos ayude

Cada vez más observamos personas que buscan justicia en un mundo básicamente injusto. La gente se molesta y se altera de forma exagerada, y a menudo se vuelven violentos. Usualmente realizan campañas personales contra las injusticias, algunas reales otras imaginarias. Por esta razón cada vez más gente se resiente y se amarga, y así se van convirtiendo en cada vez más intolerantes, criticones y desagradables. Vivir así es una elección individual, es una potestad que tenemos cada uno. Aunque es importante aclarar que permitir que las circunstancias e injusticias de la vida nos endurezcan el corazón no es la solución de Dios.

Hay una realidad: ninguno podemos corregir todos los males de este mundo. Pero cada uno podemos elegir hacer lo bueno y lo de verdad correcto en nuestra vida. Para poder lograrlo debemos primero tomar conciencia de varias cosas importantes. En esta entrega empezaremos por mencionar lo siguiente:

Nuestra existencia actual es pasajera; nuestra vida no es más que neblina, o sea breve. Por ello debemos aprovechar el tiempo que tenemos, mientras lo tenemos, para que pidamos al Señor Dios que nos ayude, y así nos esforzaremos por cambiar de mentalidad para ir aprendiendo a ver las cosas como las ve Dios; de esta manera podremos remontarnos por encima de las dificultades que encontramos en la vida actual, así como enfocarnos en una meta que trascenderá la presente vida. De esta forma estaremos poniendo los ojos en una vida después de esta vida, donde hay un mundo mucho mayor y lleno de amor verdadero, sentido y felicidad, justo después de este en el que vivimos, luchamos y trabajamos hoy en día. Y hay dos cosas que serán fundamentales para irnos preparando para esa vida futura:

1. Cada uno de nosotros, individualmente, decidir creer y aceptar con fe lo que dicen claramente dos pasajes bíblicos que nos abren la puerta a ese mundo futuro, los transcribo de la Biblia versión DHH:
Juan 3:16 Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.
Romanos 10:9 Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó de los muertos, alcanzarás la salvación

2. Comenzar a aprender a amar con el amor verdadero que solo proviene de Dios.

Finalmente un relato breve de algo que sucedió en una ocasión y que nos ilustra sobre la necesidad de cambiar nuestra mentalidad por una que ve las cosas como Dios las ve:

Luisa, una niña que se había criado en una familia muy sencilla, fue a pasar unos días con una tía suya muy estricta. Una noche, después de un día muy difícil en que la habían regañado por sus faltitas más de lo acostumbrado, rezó su oración de la noche. Cuando su tía pasó junto a la puerta del cuarto, oyó a Luisa que estaba rezando pidiendo a Dios: «…y te pido que hagas buenas a todas las personas malas, y que hagas que resulte un poco más fácil vivir con las personas buenas.»

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