¡No hay otra forma!

Algo que nos muestra con claridad la necesidad de cambios personales son las experiencias que vivimos

Hace poco estuve reflexionando sobre el hecho cada vez más común de que a nosotros los humanos nos cuesta mucho cambiar. A pesar de que si algo tenemos seguro en este mundo son cambios, por lo cual cada uno de nosotros deberíamos siempre estar dispuestos a hacer cambios en lo personal, usualmente seguimos haciendo lo mismo, no cambiamos, y de paso queremos que quienes cambien sean otros. Por supuesto, nos referimos a cambios personales para bien de todos, no solo para beneficio particular.


Algo que nos muestra con claridad la necesidad de cambios personales son las experiencias que vivimos. Aunque una experiencia que no ha sido bien analizada no sirve de casi nada. Hay personas que dicen haber vivido 20, 40, 60 años y en realidad no ha sido así. En tal caso habrán vivido un año 20, 40, 60 veces. Y por eso siguen cometiendo los mismos errores, porque nunca paran a buscar y analizar las lecciones que siempre hay cada vez que cometen esos errores. Por ejemplo, la tremenda vivencia que tuvimos todos con la pandemia, con todo lo impactante que fue, no sirvió de nada para quienes no buscaron y menos aún analizaron las lecciones que se derivaron de ella. Ni las individuales ni las colectivas. Y por eso siguen haciendo lo mismo, como si no hubiese habido pandemia.


La anécdota a continuación nos ilustra bien por qué es una necesidad cambiar en lo personal: Había una vez un águila encadenada a una estaca clavada en el suelo. Llevaba tanto tiempo dando vueltas en círculo, que abrió un surco en la tierra. Cuando al fin su amo decidió dejarla libre, le quitó la argolla metálica y la lanzó al aire para que volara, como cualquier otra águila. Pero ocurrió que, en vez de salir volando normalmente, dio unos cuantos aletazos y cayó de nuevo en el suelo. Y lo más sorprendente fue que, acercándose a su surco de siempre…¡se puso a dar vueltas otra vez! ¡Sin la cadena! ¡Sin el aro! ¡Solo por la fuerza de la costumbre!

Algo similar nos ocurre a nosotros los seres humanos. La mayoría prefiere permanecer con sus viejas costumbres, y por eso siguen viendo y viviendo siempre lo mismo. Por ello la única forma de que veamos cambios reales, es que cada quien haga los cambios personales que precisa hacer. Luego ¿por qué no comenzar YA cada uno de nosotros? ¿Con nuestro corazón, mente, espíritu y vida? Así el lugar y hasta el ambiente que nos rodea cambiarán…más aún ¡si iniciamos nuestros cambios con y por el poder del amor de Dios!


@viviendovalores

Feliz año 2024

Esta es una ocasión propicia para reflexionar sobre cambios personales a efectuar el próximo año. Aclarando que si queremos mejorar el mundo deberíamos comenzar por nosotros mismos

En el umbral de un nuevo año sería muy útil y comenzaríamos con buen pie, admitiendo que nuestras actuaciones y decisiones en lo personal y lo colectivo siempre tendrán un efecto en la marcha de una sociedad, para bien o para mal, nos guste o no. Por ello esta es una ocasión propicia para reflexionar sobre cambios personales a efectuar el próximo año. Aclarando que si queremos mejorar el mundo deberíamos comenzar por nosotros mismos. Y aceptando que a la mayor parte de la gente no le gustan los cambios, porque son incómodos y costosos. Requieren tiempo y esfuerzo, pero si son buenos cambios y si uno persiste, al final valdrá la pena pagar el costo. Enseguida unas sugerencias de cambios (si nos concentramos aunque sea en uno valdrá más que la pena):


1. Sobre integridad. La integridad significa todo. Debemos esforzarnos por ser la misma persona en todos los escenarios y situaciones
2. Controlar más la lengua. La lengua es un miembro pequeño de nuestro cuerpo, es muy difícil de controlar y puede crearnos muchos y serios problemas
3. Encontrar un propósito útil (no solo para nosotros) en todo lo que hagamos
4. Practicar a menudo la empatía
5. Sobre nuestras intenciones, preguntarnos a menudo ¿cómo puedo ser útil en esta situación?
6. Respetar hasta el extremo, sin esperar a que nos respeten más por ello (para lo cual hará falta trabajar mucho en nuestra humildad)

Finalmente 3 textos en forma de poesía que en sí hablan ejemplos de cambios positivos:

1. Ser menos impacientes
con quienes consideramos inferiores;
ser menos arrogantes
por nuestros conocimientos enormes;
ser más humildes y ver
que nuestro ego sea casi cero;
somos solo unas muy pequeñas velas
comparados con cualquier lucero.
Ser más misericordiosos
y prestos a obrar con bondad;
estar también deseosos
de elogiar a los demás;
procurar decir también
una palabra agradable
y tener más cuidado
para hablar con tono amable.
Estar mucho más dispuestos
a entendernos mutuamente,
y de ayudar al hermano caído
estar un poco más pendientes;
cobrar mucho más ánimo
para realizar cada tarea.
¡Sean esas nuestras resoluciones,
y la ayuda de Dios con todos sea!

Tener más felicidad
para repartirla el día entero;
estar más animados
para alegrar el sendero:
tener más consideración
con quien está a nuestro lado;
reconocerles mérito
a los que algo han intentado;
en nuestras palabras y acciones
tener cordialidad;
y levantarle la moral
a quien tenga necesidad;
Tener más amor también
por aquellos que nos rodean;
esforzarnos porque nuestras amistades
más intensas todavía sean.

¡Solo un poquito de esas cosas
en nuestro vivir diario
nos ayudará a tener
un año extraordinario!
David W. Moore

2. Minuciosamente hice mis planes,
el futuro parecía halagüeño.
No se veía sombra de desengaño;
ambiciosa era toda esperanza y sueño.

Y al terminar la jornada,
como siempre de rodillas imploré:
“Bendice, buen Señor, todos mis planes,
todo lo que espero con fe.”

Pero día tras día fallaban mis planes,
toda esperanza se desmoronaba,
mis ambiciones se deshacían
y el fracaso mi esfuerzo coronaba.

No entendía lo que pasaba…
¿acaso no había orado?
¿Por qué todo plan y esperanza
se había desbaratado?

Y en medio de la quietud
de la noche sombría
oí una tierna voz
que llamando, me decía:

“¿Por qué no dejas que tus planes los haga Yo?
Deja de intentar en vano.
Yo sé lo que necesitas,
deja el futuro en Mi mano.”

¡El futuro en Sus manos dejé,
y tan cerca de mí le sentí,
que yo sabía que El todo arreglaría
a lo largo del año nuevo que tenía ante mí!

3. Para el año que comienza, oh Señor,
solo una cosa quisiera:
no te pido fáciles tareas
ni que las cosas se hagan a mi manera.
No te pido que yo entienda
el camino que me has marcado;
sino más bien que me enseñes
lo que sea de tu agrado.

Quiero conocer tu voz que me guía
y a tu lado caminar siempre, Señor.
Hazme pronto para oír
y a obedecer dispuesto.
Así comienzo al año doy,
y será bienaventurado,
si tan solo procuro hacer
lo que sea de tu agrado.
Francis R. Havergal

¡Feliz año amigos!

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Dependerá de nosotros

En realidad dependerá de nosotros hacer las cosas bien cuando las cosas van mal, aunque muchas veces elegimos hacer las cosas mal en ese tiempo, sobre todo porque es fácil terminar imitando a otros cuando esto último es lo que decide hacer la mayoría

En el artículo “¿Qué tiene que pasar?” dijimos: … De hecho parece que solo a través de problemas, enfermedades y tragedias Dios puede hacer que algunas personas lo reconozcan. No nos percatamos de lo mucho que perdemos por no acudir a Dios y a su ayuda cuando las cosas van bien en general.

Muchas situaciones que nos toca vivir a cada uno son producto de nuestras propias decisiones y actitudes, otras de las de otros. Aún en el segundo caso, el resultado de las situaciones que se generan igual va a depender mucho de nosotros, de la forma en que reaccionamos ante esas situaciones, y de si decidimos aprender las lecciones que se derivan en especial de las crisis y dificultades que pasamos. Con más razón cuando más duras son dichas situaciones. Por ejemplo, acabamos de pasar por un duro tiempo de pandemia que nos afectó de diversas maneras, en lo personal, familiar, social, económico, con el gran dolor de ver fallecer a muchas personas, algunas muy cercanas. Además de que ha dejado numerosas secuelas de todo tipo, en especial en temas de salud y economía. Luego de esta dura prueba cabría esperar cambios vitales en la sociedad. Aunque en muchos aspectos y personas no ha sido así, parece más bien como si se quiere volver a muchas decisiones y actitudes negativas previas, y hasta peores.

En realidad dependerá de nosotros hacer las cosas bien cuando las cosas van mal, aunque muchas veces elegimos hacer las cosas mal en ese tiempo, sobre todo porque es fácil terminar imitando a otros cuando esto último es lo que decide hacer la mayoría. Esto no tiene que ser así.

Si eligiésemos lo primero, luego de un tiempo de aflicción los frutos factibles podrían ser: 1. Como dije al inicio, parece que solo a través de problemas, enfermedades y tragedias Dios puede hacer que algunas personas lo reconozcan. Este sería el fruto más importante: la posibilidad real de conocer de verdad y de cerca a Dios, y por tanto de que Él, su amor y poder puedan llegar a manifestarse más plenamente en nuestras vidas; 2. Tener más compasión de otras personas que están sufriendo, porque nosotros también hemos sufrido; 3. Tener más paciencia, porque muchas de las cosas que más valen la pena en la vida van a demorar en dar fruto. Además, con paciencia y más fe comprobaremos que las dificultades nos pueden embellecer el alma, y hacer que brote lo mejor de nosotros, asimismo que los problemas nos pueden fortalecer.

Apreciados amigos: aún podemos cambiar para comenzar a hacer las cosas bien cuando la vida no ha ido bien. Eso sí tendremos que aceptar que el cambio no viene de otros, viene de nosotros. Tenemos cada uno la última palabra.


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¿Sí queremos escuchar?

Escuchar de verdad significa, además de tener los oídos bien abiertos, tener una mente abierta que sea capaz de aceptar que nadie en este mundo lo sabe todo

Hemos comentado otras veces que vivimos en una época y en un mundo de múltiples conflictos. Asimismo sobre nuestra naturaleza egoísta, y de cómo este solo hecho nos causa diversos problemas, entre ellos más conflictos, si no le prestamos la debida atención y hacemos algo al respecto. Y cuando hablamos de múltiples conflictos no solo nos referimos a los grandes conflictos, los que están en las noticias, sino en especial a los que tenemos los seres humanos en nuestras interacciones cotidianas. En estos influyen sobre todo nuestra naturaleza egoísta, que a su vez afecta nuestra capacidad para escuchar y por tanto para la buena comunicación.

 
Escuchar de verdad significa, además de tener los oídos bien abiertos, tener una mente abierta que sea capaz de aceptar que nadie en este mundo lo sabe todo, y que por ello siempre vamos a necesitar aprender cosas nuevas. Además que deberíamos entrar en cada conversación por lo menos dispuestos a ser cambiados en algo por lo que vamos a escuchar. Si entramos en una conversación solo con la intención de convencer a otra(s) persona(s) de nuestro punto de vista, sin querer cambiar el nuestro, vamos a restringir nuestra capacidad de escuchar, y por tanto de comunicarnos con otros.

Por tanto la próxima vez que escuchemos a alguien, deberíamos preguntarnos si estamos dispuestos a cambiar, o si lo que tenemos es la intención de cambiar a otra(s) persona(s). Si es esto último, hagamos un esfuerzo por centrarnos más en lo que dice la otra persona, en lugar de enfocarnos en lo que tenemos que decir para refutar las ideas de otra(s) persona(s). En realidad, si estamos abiertos a nuevas ideas, probablemente vamos a encontrar que aquellos con los que hablamos también lo estarán.

Por otro lado, también está sucediendo hoy día que en Internet, la televisión, las redes sociales u otros medios, no todos los que hablan saben de qué están hablando. Peor aún, muchas veces ni siquiera se habla con la verdad, algo que por cierto en estos tiempos no depende de que en efecto sea la verdad, sino que solo se trata de la opinión de una persona, o de lo que le gusta o le place a ella. Para esa persona es “la verdad”, y usualmente así lo trasmite, cuando es solo su opinión. Y por si fuera poco, muchas de esas “verdades” se expresan en diversas ocasiones con una absoluta falta de respeto y de consideración hacia otras personas, escudándose (en especial en las redes sociales) en el anonimato. Por ello más que nunca ¡necesitamos ser selectivos con lo que escuchamos!

Finalmente:
• Tenemos dos orejas y una sola boca para que escuchemos más y hablemos menos
• Quien sabe escuchar no solo goza de las simpatías de todo el mundo, sino que después de un tiempo hasta aprende cosas nuevas
• Si no escuchamos la comunicación no es posible. Tampoco mientras persista una actitud de irrespeto en alguna de las partes
• Hablar sin pensar es como disparar sin apuntar. Pensemos más antes de hablar

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El espejo

Amigos: Si llevamos las lecciones de esta historia a nuestra cotidianidad, veremos que muchas veces estamos peleando con “el espejo”, ubicando en este todos nuestros problemas

En estos días pensaba sobre que nuestro carácter, nuestros actos, las decisiones que tomamos y ejecutamos, todo ello es reflejo de nuestro ser interior. Si a lo largo del tiempo tomamos asiduamente el mismo de tipo de decisiones, deseamos las mismas cosas y desarrollamos los mismos patrones de pensamiento, que luego llevamos a cabo en el mundo físico, estaremos asumiendo determinado modo de ser. Por ello, nuestras acciones externas dentro del mundo social derivan de una manifestación exterior de nuestro ser interior. A su vez este se alimenta con frecuencia de los estímulos externos que recibe, es decir de lo que vemos, leemos, escuchamos, sentimos. Todo esto es especialmente importante en el tiempo en que vivimos, ya que gracias sobre todo a la tecnología hay muchísima información, mucha de ella muy negativa, que procesamos cada día y que alimenta a ese ser interior también cada día. Por lo que tendríamos que estar aprendiendo a ser más selectivos y cuidadosos con dicha información. Más aún mientras mantenemos una visión egocéntrica de la vida, ya que como hemos dicho otras veces esta visión contribuye claramente a las diversas crisis que tenemos en estos tiempos.

A continuación una anécdota que ilustra el tema:

En un pueblo había una casa abandonada. Un día un perro se metió en esta por un hueco en la pared. Al entrar subió unas escaleras, y arriba encontró una puerta rota. Entró por esta y resulta que se encontró con una gran cantidad de perros, que lo veían fijamente como él los miraba a ellos. De repente se sintió amenazado, y empezó a gruñirles con agresividad, y los perros hicieron lo mismo. Comenzó a ladrarles con fuerza y los perros respondieron igual. ¡Qué lugar tan horroroso es este! ¡nunca más volveré! – pensó el animal, y se fue de la casa. Al transcurrir un tiempo otro perro callejero visitó ese lugar. Apenas entró y llegó donde estaban los otros perros comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas, a lo que los perros adentro reaccionaron de la misma forma. Luego el visitante sonrió y ladró con alegría a uno de ellos, y los otros perros sonrieron y ladraron alegremente con él. ¡Qué sitio tan agradable!–pensó el perro. ¡Voy a regresar seguido a visitarlo! Lo que no sabían ambos perros es que al frente de la casa abandonada había un viejo letrero que decía: La casa de los mil espejos.

Amigos: Si llevamos las lecciones de esta historia a nuestra cotidianidad, veremos que muchas veces estamos peleando con “el espejo”, ubicando en este todos nuestros problemas, cuando lo que tendríamos que hacer es comenzar a reflejar en él cosas muy distintas. En fin, será la elección de cada uno si seguiremos reflejando en nuestros espejos lo mismo que hasta ahora, y esperando por los demás para que las cosas funcionen mejor, o si decidiremos cambiar nosotros para empezar a reflejar en ellos todo lo bueno que queremos ver alrededor. De paso, si nuestro corazón sonríe nuestro rostro lo reflejará.

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Y ¿quién sabe?

El mundo de hoy está urgido más que nunca de personas más generosas, amables, bondadosas, íntegras, optimistas, compasivas y un largo etc…

En un mundo con muchos problemas y dificultades, una de las facetas más arduas que afrontamos son las relaciones con otras personas. Sin embargo este es un aspecto al que no prestamos la debida o ninguna atención, lo cual nos causa aún más problemas. Si hacemos algo al respecto hallaremos que lo bien que nos vaya en la vida depende en gran parte de lo bien que nos llevemos con los demás. Un aporte vital que hicimos a este tema fue en el artículo “Como quisiéramos”: … precisaremos de un código de conducta superior…la regla de oro de las relaciones humanas: tratemos a los demás como quisiéramos ser tratados; no como ellos nos traten, que es lo que usualmente hacemos, sino como nosotros quisiéramos ser tratados…se resolverían muchos conflictos si la gente se rigiera por ese sencillo principio.

Otro valioso aporte a este asunto acaece al percatarnos de que si queremos cambiar cualquier situación en que estemos en un momento dado, tenemos que iniciar dicho cambio en nosotros mismos. Tendemos a querer cambiar a otros antes que a nosotros, lo cual nunca funcionará, es más cuando intentamos hacerlo usualmente empeoramos las cosas. Un cambio vital que deberíamos hacer es buscar lo bueno en cada situación. Ejemplo: en vez de dejarnos llevar por pensamientos negativos… ¡cambiemos de mentalidad! ya que deprimiéndonos o criticando nunca mejoraremos nada. Otro: en un mundo lleno de pesimismo y cinismo, cultivemos el optimismo; al hacerlo veremos que siempre hallaremos razones para ello.

A continuación un texto que creo que ilustra muy bien la verdad mencionada: Cuando era joven y no tenía ataduras ni nada que pusiera coto a mi imaginación, soñaba con cambiar el mundo. A medida que fui entrando en años y adquiriendo sensatez, me di cuenta de que el mundo no iba a cambiar. Así que reduje mis expectativas y me decidí a cambiar solo a mi país. Pero este también parecía inamovible.

Al llegar al ocaso de mi vida, en un último intento, me resigné a cambiar solo a mi familia, los más cercanos a mí. Pero muy a pesar mío no querían saber nada de eso. Ahora que estoy en mi lecho de muerte, de golpe caigo en cuenta de que, si hubiera cambiado yo primero, mi ejemplo habría transformado a mi familia. Con su inspiración y aliento, habría podido mejorar mi país. Y ¿quién sabe? Tal vez habría podido cambiar el mundo.

Amigos: no esperemos a que nos suceda lo mismo. El mundo de hoy está urgido más que nunca de personas más generosas, amables, bondadosas, íntegras, optimistas, compasivas y un largo etc. Pidamos a Dios, con anhelo y expectativa, que nos ayude a elegir y cultivar alguno de estos rasgos en nuestro carácter.


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Sí hay opciones

Las únicas personas que hacen las cosas en este mundo son aquellas que creen que aún se puede hacer algo. Y estas no son las que tienen una perspectiva negativa

 

Estamos iniciando el año y el tiempo parece avanzar muy rápido. Una detenida reflexión en este momento nos muestra claramente que es fácil que nos sintamos agobiados por el mal que hay en el mundo. Y no solo aludo a lo que uno puede leer, escuchar o ver en las noticias, también a lo que sucede más cerca de nosotros, tan cerca como nuestros hogares y nuestros lugares de trabajo, así como nosotros mismos. Cuando hablamos del mal, no me refiero a expresiones de este más obvias, como cuando ocurren crímenes atroces, también y más específicamente, por ejemplo, cuando no somos capaces de solucionar nuestras diferencias con otras personas de una manera civilizada, y por ello caemos en actitudes violentas, o irrespetuosas. Al hablar de esto, siempre recuerdo una frase que le escuchaba con frecuencia a un tío mío: «Cuando uno no quiere, dos no pelean». Aunque lo importante es no solo expresar una frase como esta, sino vivir de acuerdo a ella.

Lo cierto es que, entre muchas otras situaciones que podríamos haber citado, algo que no debería ser tan complicado como resolver diferencias, sobre todo si se abordan desde el comienzo, se ha convertido hoy en día en una fuente de varias clases de mal, que de paso llegan a afectar hasta a personas no involucradas en el problema. Este tipo de situación por cierto hoy día es muy común, en todos los ámbitos y niveles. Y con frecuencia se repiten y se repiten, y por ello muchas veces nos afectan a todos. Es por esto que se hace cada vez más importante aprender a ver la vida desde perspectivas diferentes a las que usualmente utilizamos.

En este punto podríamos preguntarnos: ¿qué puedo ganar yo cambiando mi perspectiva de la vida, si de todas formas otras personas van a seguir con sus actitudes perjudiciales y, por eso, el mundo no va a cambiar? La realidad es que nadie en este planeta, haga lo que haga, puede llevar a otra persona a cambiar, y menos si esta no quiere. Al contrario, cada uno de nosotros si puede trabajar en sí mismo para lograr cambios. Entonces, sin importar que las demás personas sigan igual, si cada uno de nosotros comienza a trabajar en cambiar nuestra perspectiva de la vida, podemos llegar a aprender a ver las cosas de una manera muy distinta, aún siendo las mismas cosas que hemos estado viendo como malas, o muy malas.

Es decir, como dijimos, no podemos a cambiar a nadie, y si mucha gente está concentrada en todo lo negativo que sucede, nosotros no tenemos que seguir ese tipo de pensamiento, y por ende de comportamiento. Este cambio tan importante puede llevarnos a aprender a desarrollar la capacidad de ver lo bueno en cualquier circunstancia. Lo cual nos llevará a buscar lo bueno en vez de buscar lo malo. Esto no significa que neguemos la realidad; solo significa que reconocemos que hasta las circunstancias más difíciles tienen una vía para vencerlas. Algo valioso, porque con frecuencia la gente tiene una perspectiva negativa de la vida.

Por otro lado, las únicas personas que hacen las cosas en este mundo son aquellas que creen que aún se puede hacer algo. Y estas no son las que tienen una perspectiva negativa, porque como ven solo lo negativo entonces no hacen nada al respecto. Ven toda clases de razones por las que no se puede hacer algo. No solo eso: como no hacen nada al respecto al mismo tiempo «determinan» que son otros los que tienen que hacer algo, para terminar viendo otra vez lo negativo cuando alguien hace algo. Por eso, estas personas usualmente se convierten en el problema, nunca en la solución, y por tanto en el verdadero peso de las circunstancias que nos rodean, más allá de estas.

Es más, en la cultura del mundo actual estamos tan alejados de la verdad que la negatividad hasta se ha convertido en sinónimo de lucidez y sabiduría. Asimismo, las personas con una perspectiva positiva somos consideradas por algunos como ignorantes o ingenuas.

Apreciados amigos: muchas veces vemos el mundo que nos rodea no como forzosamente es, más bien según como somos nosotros, o como nos hemos condicionado, o hemos permitido que nos condicionen para verlo. Por esto es vital definir cómo nos vemos a nosotros mismos, porque no vamos a poder comportarnos con otras personas de una manera diferente a como nos vemos a nosotros; si nos vemos negativamente, así veremos a las demás personas, y así actuaremos con ellas. Es por ello que se hace necesario adoptar una perspectiva diferente, positiva, empezando por nosotros mismos. Ya que siempre podemos encontrar algo positivo en todo lo que nos sucede. La única forma de comprobarlo es en la práctica. De hecho, esta es la opción más inteligente: nuestra existencia ya ofrece suficientes problemas y retos para que nosotros añadamos otros innecesarios.

La vida, aún con todos los problemas actuales, tiene mucho que ofrecernos SI lo buscamos. Cambiemos nuestra perspectiva para llevarla a una más positiva, e iremos descubriendo lo mucho de bueno que la vida tiene para brindarnos.

@agusal77
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Rumbo a la Navidad

Esta Navidad podríamos comprometernos a convertirnos en unos prodigadores de buena voluntad, alegría y amor sincero a tantas personas como podamos. Para ello hay que dedicar tiempo y esfuerzo

 

Estamos finalizando este año, y creo que muy pocas personas no estarían de acuerdo en un deseo de cambios. Sin embargo, donde la mayoría se equivocará al respecto es en pensar que, para que ocurran los cambios auténticos que deseamos, hay que esperar que o nuestro alrededor u otros cambien. En realidad, si de verdad queremos cambios, estos deberían comenzar en nosotros mismos, para que luego se vayan reflejando en nuestro entorno y más allá.

Mencionamos hace poco la necesidad de cambios en nuestras prioridades para que sucedan cambios alrededor nuestro; además, describimos algunos ejemplos de posibles nuevas prioridades. La Navidad es una buena fecha y además crea un ambiente propicio, si estamos dispuestos a sintonizarnos con ese ambiente, para iniciar dichas nuevas prioridades en nuestras vidas.

Me referiré en este momento a una de ellas: Dar más de nuestro tiempo a los demás. Lo ilustraré con una historia real: “Un joven y exitoso abogado dijo: El mejor regalo que me han hecho fue en una Navidad. Mi padre me entregó una cajita con esta nota: Hijo, este año te regalaré 365 horas. Todos los días luego de cenar te dedicaré la que será TU hora. Hablaremos, jugaremos y haremos lo que tú quieras en ella. Mi padre no solo cumplió esa promesa, sino que la renovó cada año. Ha sido mi regalo más valioso; soy el fruto del tiempo que él pasó conmigo”.

Esta Navidad podríamos comprometernos a convertirnos en unos prodigadores de buena voluntad, alegría y amor sincero a tantas personas como podamos. Para ello hay que dedicar tiempo y esfuerzo. Una vez que empecemos, muchos nos sentiremos tan satisfechos que ojalá decidamos seguir haciéndolo después de la temporada navideña. De esta forma, estaremos contribuyendo a establecer la paz en nuestro entorno y aún más allá, y de paso dejaremos de ser parte del gran problema que tenemos para convertirnos en parte de la solución real al mismo.

En resumen, en Navidad muchas personas alrededor del orbe conmemoramos una fecha que alteró el rumbo de la Historia. Sin embargo, hasta que esa misma fecha no altere el rumbo de nuestra vida personal, ella carecerá de sentido para nosotros. Invito a quienes deseen prestar atención a no permitir que eso les suceda. Si hay algo por lo que vale la pena luchar con toda el alma es por eso.
@agusal77

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Más sobre perspectivas

Nos enfocamos en lo que hagan otros y por tanto en nuestras frustraciones, o en la fidelidad de Dios. Nos quejaremos por lo que nos falta o daremos gracias a Dios por lo que ya tenemos…

La forma en que percibimos nuestra situación a menudo tiene un mayor impacto en nuestra vida que la situación en sí. Cuando muchos tienen una perspectiva muy negativa de la vida, será vital buscar una perspectiva distinta: darle un sentido y propósito positivo a nuestra vida.

Cabe aclarar que no se trata de pensar positivamente a ultranza, negando una realidad de por sí negativa por las decisiones y actitudes de muchos. Partimos de aceptar que vivimos en un mundo negativo, lo que no significa que nuestra perspectiva tenga que serlo.

Para hacerlo comencemos con unas preguntas: ¿Cómo me veo a mí mismo? ¿Cómo veo a los demás? Las respuestas son muy importantes, porque si me veo negativamente veré de esa misma forma a los demás. Y esto no significa forzosamente que soy negativo por sí solo, puede ser también que estoy haciendo muchas cosas negativas, y necesito cambios.

Asimismo, si me veo positivamente, aprenderé a buscar lo bueno en los demás. Mucho depende de la perspectiva de uno. Con más razón en este tiempo en que están ocurriendo grandes cambios en los corazones, mentes y espíritus de las personas, ya que algunos serán para bien y otros para mal.

Por otro lado, si creemos de verdad en un Dios vivo y Todopoderoso y buscamos la perspectiva divina de nuestros problemas, debemos preguntarnos:
1. ¿Nuestros problemas son más grandes que Dios o Él es más grande que nuestros problemas?;
2. ¿Para mí el poder de Dios tiene límite?;
3. ¿Cuán grande es nuestro Dios? ¿Es lo bastante hábil como para arreglar cualquier cosa que se haya estropeado, sea lo que sea? Admitiendo además que para ello tendremos que aceptar su soberanía sobre nosotros, sus normas sobre las nuestras, y su comprensión de la realidad muy por encima de la nuestra?
Esto nos llevará a su vez a más decisiones:
1. O nos enfocamos en lo que hagan otros y por tanto en nuestras frustraciones, o en la fidelidad de Dios;
2. Nos quejaremos por lo que nos falta o daremos gracias a Dios por lo que ya tenemos y lo que estará disponible;
3. Convertiremos el desierto en que muchas veces estamos parados en un campo de entrenamiento para mejores y mayores cosas, para vivir valores, o para aprender a quejarnos cada vez más, vivir antivalores y al final terminar amargados. Cada uno decide.
Si quieres conversar con respecto a este tema, puedes escribirme a agusal77@gmail.com
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¿Qué vamos a reflejar?

Hay temas que definitivamente son tan importantes, en especial en estos tiempos, que es necesario recalcarlos con frecuencia. Uno de ellos es el que se refiere a la libertad personal y en consecuencia a lo que se ha denominado la potestad de libre elección, o más sencillamente el libre albedrío. Observemos lo que dice la RAE acerca de estos dos conceptos:
a. Libertad: 
1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
b. Libre albedrío: 
Potestad de obrar por reflexión y elección.
Es importante notar que cuando la RAE define a la libertad hace una acotación significativa: «…por lo que es responsable de sus actos». Usualmente aludimos a la libertad como un concepto muy importante para los humanos, y de hecho lo es, aunque no es común que dicha alusión esté acompañada de la acotación mencionada. Normalmente las personas abogan por la libertad aunque no por la responsabilidad que dicha libertad acarrea, por lo que a veces se llegan a hacer cosas inconvenientes, incorrectas y hasta muy perjudiciales con el pretexto de la libertad, pero luego no se quieren asumir las consecuencias derivadas de la mencionada responsabilidad. Por supuesto, esta actitud es causa de muchos problemas en una sociedad.
Esto último es tan importante, que en el fondo una de las razones más trascendentales por las que estamos aquí en la Tierra es aprender a tomar decisiones acertadas, que realmente den en el blanco; no solo de nuestros intereses personales, sino también tomando en cuenta los intereses de los demás. En realidad, se nos ha concedido el privilegio de obrar como nos parezca mejor, por el cual estaremos tomando decisiones cada uno, entre ellas elegiremos la manera en que vamos a responder a las decisiones y actitudes de los demás, sea a cuerpo presente o no, sea las de personas que conocemos o no.
Es usual que tengamos la costumbre de achacar nuestras respuestas a lo que hacen los demás con nosotros, en especial cuando alguien no nos trata bien. Solo que la forma en que nosotros respondemos a los demás es nuestra decisión, y si respondemos de similar manera que alguien que por ejemplo estimamos que nos agrede de alguna forma, no deberíamos alegar que fue porque el otro nos trató mal. En realidad, sean cuales sean las consecuencias de las decisiones y actitudes de ambas partes, siempre tendremos alguna cuota de responsabilidad en dichas consecuencias, nos guste o no. Es más con frecuencia y dependiendo qué decidimos reflejar hacia los demás, vamos a recibir de vuelta ese mismo reflejo sobre nosotros. Por ello, creo que valdría bastante la pena reflexionar sobre este detalle antes de dejarse llevar mucho por las emociones y responder de maneras inconvenientes ante los estímulos (varios de ellos negativos) que recibimos cada día.
Sobre esto del reflejo, en una ocasión relatamos una historia sencilla e ilustrativa acerca de este tema, a continuación la resumimos por considerarla pertinente:
En cierto pueblo había una casa abandonada. Un día un perro se metió en esta por un hueco que había en la pared. Al entrar subió unas escaleras, y arriba encontró una puerta muy rota. Despacio entró por la puerta y resulta que se encontró con una gran cantidad de perros, que lo veían tan fijamente como él los miraba a ellos. De repente se sintió amenazado, y empezó a gruñirles con agresividad, y los perros hicieron lo mismo. Comenzó a ladrarles con fuerza y los perros respondieron igual. ¡Qué lugar tan horroroso este!, ¡nunca más volveré! –pensó el animal, y se fue de la casa. Al tiempo otro perro callejero visitó ese lugar. Apenas entró comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas, a lo que los perros adentro reaccionaron de la misma forma. Luego el visitante sonrió y ladró con alegría a uno de ellos, y los otros perros sonrieron y ladraron alegremente con él. ¡Qué sitio tan agradable!–pensó el perro. ¡Voy a regresar seguido a visitarlo! Lo que no sabían ambos perros es que al frente de la casa abandonada había un viejo letrero que decía: La casa de los mil espejos. 
Si trasladamos las lecciones de esta historia a nuestra diaria cotidianidad, nos percataremos de que muchas veces vamos a estar peleando con el espejo, vamos a buscar ubicar en el espejo todos los problemas que tenemos, cuando lo que tendríamos que hacer es comenzar a reflejar en él cosas muy diferentes a las que hemos venido reflejando.
En fin, que es solo nuestra la elección si vamos siempre a estar esperando por los demás para que las cosas funcionen bien, reflejando en nuestros espejos lo mismo que hasta ahora (o hasta cosas más inconvenientes), o si vamos a decidir cambiar nosotros para comenzar a reflejar todo lo bueno que desearíamos ver a nuestro alrededor.
Las fuerzas del bien y del mal están trabajando dentro y alrededor de mí, debo elegir, y en un universo de libre albedrío tengo la opción de hacerlo Martin Lutero
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@agusal77