¡No hay otra forma!

Algo que nos muestra con claridad la necesidad de cambios personales son las experiencias que vivimos

Hace poco estuve reflexionando sobre el hecho cada vez más común de que a nosotros los humanos nos cuesta mucho cambiar. A pesar de que si algo tenemos seguro en este mundo son cambios, por lo cual cada uno de nosotros deberíamos siempre estar dispuestos a hacer cambios en lo personal, usualmente seguimos haciendo lo mismo, no cambiamos, y de paso queremos que quienes cambien sean otros. Por supuesto, nos referimos a cambios personales para bien de todos, no solo para beneficio particular.


Algo que nos muestra con claridad la necesidad de cambios personales son las experiencias que vivimos. Aunque una experiencia que no ha sido bien analizada no sirve de casi nada. Hay personas que dicen haber vivido 20, 40, 60 años y en realidad no ha sido así. En tal caso habrán vivido un año 20, 40, 60 veces. Y por eso siguen cometiendo los mismos errores, porque nunca paran a buscar y analizar las lecciones que siempre hay cada vez que cometen esos errores. Por ejemplo, la tremenda vivencia que tuvimos todos con la pandemia, con todo lo impactante que fue, no sirvió de nada para quienes no buscaron y menos aún analizaron las lecciones que se derivaron de ella. Ni las individuales ni las colectivas. Y por eso siguen haciendo lo mismo, como si no hubiese habido pandemia.


La anécdota a continuación nos ilustra bien por qué es una necesidad cambiar en lo personal: Había una vez un águila encadenada a una estaca clavada en el suelo. Llevaba tanto tiempo dando vueltas en círculo, que abrió un surco en la tierra. Cuando al fin su amo decidió dejarla libre, le quitó la argolla metálica y la lanzó al aire para que volara, como cualquier otra águila. Pero ocurrió que, en vez de salir volando normalmente, dio unos cuantos aletazos y cayó de nuevo en el suelo. Y lo más sorprendente fue que, acercándose a su surco de siempre…¡se puso a dar vueltas otra vez! ¡Sin la cadena! ¡Sin el aro! ¡Solo por la fuerza de la costumbre!

Algo similar nos ocurre a nosotros los seres humanos. La mayoría prefiere permanecer con sus viejas costumbres, y por eso siguen viendo y viviendo siempre lo mismo. Por ello la única forma de que veamos cambios reales, es que cada quien haga los cambios personales que precisa hacer. Luego ¿por qué no comenzar YA cada uno de nosotros? ¿Con nuestro corazón, mente, espíritu y vida? Así el lugar y hasta el ambiente que nos rodea cambiarán…más aún ¡si iniciamos nuestros cambios con y por el poder del amor de Dios!


@viviendovalores

Qué aprendizaje tan relevante

Con una actitud de gratitud descubriremos que nuestra felicidad empieza cuando uno deja de lamentarse por los problemas que tiene, y agradece por los que no tiene.

Hemos comentado que precisamos de cambios, algunos profundos. Uno de ellos podría parecer muy contradictorio: se trata de aprender a ser más agradecidos. Primero que nada con Dios, porque es el dador de todo lo bueno que sucede en nuestras vidas, y después con las personas con las que interactuamos, en especial en nuestra casa. Cuando las cosas van mal, es usual que la gente rápidamente comience a quejarse y a atribuir la culpa a alguien. De hecho casi que pensamos que esto es lo correcto, debido a que tenemos la tendencia a reaccionar de esa forma.

Por si fuera poco, cuando las cosas van bien acostumbramos a no decir nada, ni damos crédito ni gracias a nadie por ello. Lo vemos como lo natural, casi como que nos lo deben. Pueden llegar a ser tan marcadas estas actitudes, que cuando nos encontramos con alguien que se muestra agradecido en medio de problemas, casi lo vemos como un insulto, porque todos tenemos que estar tristes y bien molestos cuando las cosas no van como queremos. Y la verdad estas actitudes son totalmente erróneas.

El quejarse reiteradamente, que es lo contrario a estar agradecido, es contagioso: induce a que los demás también se quejen, por eso es tan pernicioso. Y muchas veces no nos percatamos de que tanto una actitud como la otra no dependen de las circunstancias en que nos encontremos: depende más bien de en qué decidimos enfocarnos al estar en dichas circunstancias.

Además, como todo en la vida, podemos aprender a ver los obstáculos que se presentan cada día de otra forma. A hacer un esfuerzo consciente para entender cómo los obstáculos están construyendo nuestra perseverancia y ayudándonos a crecer como personas. Así iremos aprendiendo que los obstáculos no sólo nos hacen más fuertes, sino que también nos ayudan a conocernos a un nivel más profundo, los que a su vez nos conduce más cerca de nuestros propósitos, o al menos a revisar estos para confirmar que son de verdad positivos y darán un buen fruto.

Por otro lado, en mi experiencia personal he descubierto que hasta que he aprendido a ser agradecido por lo que tengo, usualmente no he recibido lo que en algún momento he deseado. Y que en medio de todos los problemas que nos suceden a cada uno, podemos darnos cuenta de que uno no comienza a vivir de verdad hasta que empieza a ser más agradecido, ya que la gratitud nos ayuda a ver más allá de nuestros problemas. Tanto que con dicha actitud descubriremos que nuestra felicidad empieza cuando uno deja de lamentarse por los problemas que tiene, y agradece por los que no tiene.

Cabe destacar que cuando nos mostramos agradecidos no significa que ignoremos nuestros problemas. Al contrario, por estas conscientes de ellos (y de su alcance), necesitamos predisponernos para que tengamos más posibilidades de solucionarlos. Y es muy difícil que esto suceda cuando nos enfocamos tanto en ellos que se nos hacen una enorme montaña casi imposible de escalar, menos aún cuando nos quejamos seguido por ellos. En cambio, cuando somos capaces de guiar nuestra atención a lo bueno que siempre nos sucede, a pesar de las condiciones más difíciles en que estemos, estaremos mejor preparados tanto física como espiritualmente para afrontarlos y buscar soluciones reales a los mismos.

Por otra parte, una de las cosas que más nos ayuda a no resentirnos con las cosas negativas que nos suceden en el día a día es a no dar por garantizado todo lo bueno que también nos ocurre. De hecho, depende de cada uno de nosotros enfocarnos en lo bueno que nos sucede, o en lo negativo que nos acontece, cada día. Por ello, solo cuando somos más agradecidos vamos a poder reconocer la fidelidad conque Dios derrama sobre nosotros distintos tipos de favores y beneficios, día a día.

Además de que cuando damos todo por sentado, en especial lo bueno, vamos a estar yendo a la deriva en la gran aventura de esta vida, y eso es muy lamentable. De esa forma nos perderemos de apreciar y disfrutar de uno de los mayores dones que Dios nos ha concedido, como lo es nuestra preciosa vida. Asimismo uno de los aspectos más importantes que alguna vez podemos experimentar es una paz verdadera. Y la gratitud es determinante para ella. El agradecimiento es el resultado de recordar constantemente todos los beneficios que Dios nos concede en nuestras vidas, en lugar de pensar en las circunstancias que tienden a privarnos de la paz, una paz que no depende para nada de las situaciones que nos rodean, sino del favor de Dios.

Apreciados lectores: Todo lo bueno en nuestras vidas viene de parte de Dios, y depende de Él decidir cuándo y cómo nos favorece. Depende de nosotros elegir ser agradecidos y aprovechar al máximo lo que hemos recibido.

Siempre es posible agradecer lo que se recibe en vez de quejarse por lo que no se tiene. Una de las dos cosas se vuelve una costumbre en la vida    Elisabeth Elliot (esposa de Jim Elliot, misionero asesinado por los indígenas Huaorani de Ecuador, v. Wikipedia)

@agusal77

@viviendovalores

Un hábito muy valioso

Cuando una sociedad se encuentra en crisis, penosamente algunos de nuestros hábitos comunes pueden llegar a ser muy negativos

Se dice que el ser humano es un animal de costumbres, lo cual en la práctica se muestra muy cierto. Podemos ver distintos ejemplos en el solo accionar cotidiano de cada uno de nosotros. Si hacemos una pausa deliberada y libre de prejuicios, y precisamos varias costumbres que tenemos, nos percataremos de que algunos de esos hábitos son positivos pero otros no lo son tanto, y algunos hasta son negativos. Y cuando una sociedad se encuentra en crisis, penosamente algunos de nuestros hábitos comunes pueden llegar a ser muy negativos.
Por ejemplo, el hábito de quejarse es uno que con frecuencia se observa en esas condiciones, así como también el de ver todo negativo, el de la avaricia, y el de la mezquindad . Y además de que los efectos de estos hábitos pueden llegar a ser muy nocivos, lo peor de todo no es solo eso, sino que sin darnos cuenta estaremos modelando ese tipo de actitudes para muchas personas, entre ellas para niños, adolescentes y jóvenes, además de para algunas personas que tienden a ser muy influenciables. Lo cual a su vez tendrá un efecto negativo obvio en una sociedad, que es probable que aumente a medida que las nuevas generaciones vayan creciendo y haciéndose adultas con esa mentalidad.
Es por todo esto que urge que desarrollemos cada vez más hábitos positivos que produzcan un efecto contrario a los mencionados, como por ejemplo que en medio de circunstancias negativas aprendamos a buscar lo bueno y los aprendizajes valiosos y eficaces. Otro ejemplo: en medio de una crisis, mientras más fuerte sea esta, en lugar de volvernos más mezquinos y avaros, que es lo que sucede usualmente, deberíamos fomentar el hábito de la generosidad.
A continuación un relato real del periodista John K. Lagemann sobre la influencia tan importante que puede tener la generosidad, sin que forzosamente ésta tenga que ver con dinero o algo material:
Un profesor de sociología envió a su clase a un barrio pobre de Baltimore (EEUU) con el fin de entrevistar a 200 chicos y predecir cómo sería su futuro. Sus alumnos, impresionados por las condiciones del lugar, predijeron que cerca del 90% de los muchachos entrevistados algún día irían a parar a la cárcel.
 
Veinticinco años después, el mismo profesor asignó a otra clase que fuera a averiguar cómo habían resultado las predicciones. De los 190 jóvenes originales que fueron ubicados, solo 4 habían estado alguna vez en prisión.
 
¿Por qué la predicción estuvo tan equivocada? Más de cien de los entrevistados recordó que una profesora de secundaria, de nombre Shelia O´Rourke y que tenía ya más de 70 años, había sido de inspiración para sus vidas. Tras una larga búsqueda la ubicaron. Sin embargo, cuando le pidieron que explicara la influencia que había ejercido sobre sus antiguos estudiantes, no supo qué decir.
—Lo único que puedo decir, dijo finalmente, es que quise mucho a cada uno de ellos.
Fue suficiente que la profesora no solo se dedicara a cumplir su labor docente, sino que además tuviera tal generosidad que la llevó a interesarse sincera y fielmente en la suerte de cada uno de sus alumnos, lo cual cambió drásticamente el destino de casi todos ellos. Y a ese milagro se llega con un corazón generoso.
Seguidamente un relato más anecdótico pero que entraña genuinamente el principio que estamos intentando trasmitir en esta entrega, y que además sí involucra el tema de la generosidad basada en lo material:
Se cuenta que había un monasterio cuyo abad era muy generoso. Jamás negaba alojamiento a un mendigo y siempre daba todo lo que podía. Y aunque fuese raro cuanto más daba, más próspero se volvía el monasterio.
 Al morir el viejo abad, fue sustituido por otro de naturaleza totalmente opuesta. Era mezquino y muy tacaño. Un día llegó un anciano al monasterio pidiendo refugio. Aducía que años antes le habían dado resguardo una noche. El abad se lo negó, alegando que el monasterio ya no podía darse el lujo de hacer honor a su otrora hospitalidad. 
—Nuestra abadía ya no puede ofrecer pensión a los extraños como lo hacíamos cuando éramos más prósperos. Ya nadie hace ofrendas para nuestra obra.
—No me extraña —dijo el anciano. Se debe a que sacaron a dos hermanos del monasterio.
—No recuerdo que hayamos hecho eso —respondió el abad desconcertado.
—Sí lo hicieron —replicó el anciano. Eran gemelos. Uno se llamaba «Da» y el otro «Se te dará». Como echaron a «Da», «Se te dará» resolvió irse también con él.
En fin, que mientras más estemos rodeados de problemas y situaciones negativas, más requeriremos de formar, desarrollar y hasta enseñar a otros el hábito de ser generosos, tanto con nuestro dinero como con nuestros recursos personales inmateriales.
Sin embargo, también creo que cuando haces algo bueno a los demás, las bendiciones vienen a ti también. Así que si no tienes un amigo, sé un amigo. Si estás teniendo un mal día, alegra el día de alguien más. Si tus sentimientos han sido heridos, sana los de otro – Nick Vujicic

Si quieres conversar con respecto a este tema, puedes escribirme a agusal77@gmail.com

@agusal77