Es una decisión personal

En otros casos, a veces nos queda más fácil hacer las cosas que sabemos que están mal, porque tomar una postura por lo que sabemos está bien no tendrá aceptación


En el artículo Mejórate a ti mismo… vimos:
Dios me dijo que construyera un mundo mejor.
Respondí: «¿Y cómo?
El mundo es despiadado, cruel,
y soy pequeño e incapaz.
Lo que hiciera sería ineficaz»
Dios en Su sabiduría añadió:
«Mejórate a ti mismo; nada más».

Si cada uno siguiéramos este consejo, podríamos iniciar un proceso de cambio importante en nuestras vidas, siempre apoyándonos de todo corazón en Dios para poder afrontar tamaño reto. Pero si seguimos pensando que las soluciones van a venir por sí solas por lo que haga(n) otra(s) persona(s), y no lo que hagamos cada uno, haciéndonos responsables por nuestras decisiones y acciones, no habrá en absoluto ningún cambio para bien.

Hay alguien muy cercano que está pasando por una situación difícil y muy desagradable porque siguió la orientación de alguien en una institución educativa privada que, para asegurar su cupo en dicha institución, le pidió que depositara el dinero de la matrícula y algo más. Cuando preguntó que si no le aprobaban la visa le devolverían el dinero, le respondieron que sí. Resulta que no le aprobaron la visa por un problema de la misma institución (ni siquiera de la persona), y ahora no le quieren devolver el dinero. Ejemplos de engaños como este abundan. Y eso está sucediendo en un país desarrollado.

En otros casos, a veces nos queda más fácil hacer las cosas que sabemos que están mal, porque tomar una postura por lo que sabemos está bien no tendrá aceptación. También, como humanidad nos hemos acostumbrado a que sean los líderes de todas las áreas los que hagan algo, hoy día está claro por lo que hemos vivido que se requerirá del aporte de cada persona si queremos ver cambios reales. Todo esto porque la integridad es un valor casi en extinción. Las palabras insinceras y sonrisas falsas abundan hoy día. Vivimos en un mundo lleno de mentiras, engaños y decepciones. Además la integridad es una decisión personal, pero tiene que hacerse colectiva para que tenga un impacto vital.

Finalmente un texto escrito por Kent Keith llamado Mandamientos Paradójicos, publicado por primera vez en 1968…en él se refuerza lo de Mejórate a ti mismo:

Las personas son irrazonables, inconsecuentes y egoístas;
perdónalas de todos modos.
Si eres bondadoso, te acusarán de tener oscuros motivos egoístas;
sé bondadoso de todos modos.
Si tienes éxito, te ganarás amigos falsos y enemigos verdaderos,
ten éxito de todos modos.
Si eres franco y sincero, la gente puede engañarte;
sé franco y sincero de todos modos.
Lo que te cuesta años construir, alguien podría destruirlo en una noche;
construye de todos modos.
Si encuentras sosiego y felicidad, podrían envidiarte;
sé feliz de todos modos.
El bien que hagas hoy, muchos lo habrán olvidado mañana;
haz el bien de todos modos.
Da al mundo lo mejor que tienes, y quizá nunca sea suficiente;
da al mundo lo mejor que tienes de todos modos.
Ya ves, a fin de cuentas, todo queda entre Dios y tú;
nunca fue entre el mundo y tú de todos modos.


@viviendovalores

«Mejórate a ti mismo…»

Cuando decidimos hacernos más responsables por todo lo que sucede en nuestras vidas, empezamos un proceso hacia la madurez real, la cual no depende de nuestra edad cronológica

Observando todo lo que sucede a nuestro alrededor y más allá, los seres humanos deberíamos estar aprendiendo algo que resalta de muchas formas: que vamos a tener que atenernos a las consecuencias de nuestras decisiones y actos. El libre albedrío es una potestad que nos ha sido concedida por Dios, y que si bien conlleva el poder escoger nuestro proceder en la vida sin pedir permiso y según nos parezca mejor a cada uno, además implica una gran responsabilidad: la que se deriva del resultado de dichas escogencias.

Todos decidimos mal a veces. La clave está en que si se escoge mal hay que aceptarlo y hacer algo por solucionarlo. Lo que importa es que aprendamos y avancemos. Analizándonos a conciencia, deberíamos admitir faltas y flaquezas nuestras, en especial las deliberadas, buscar corregirlas y no dejar que una mala decisión lleve a otra. Si pensamos que podemos dejar de cometer errores y avanzar sin remediar el problema, lo más probable es que sigamos metiendo la pata.

Por otro lado el mundo es como una especie de banco de pruebas. Hay 2 cosas muy ligadas entre sí que a los humanos nos hacen mucho daño: el egoísmo y el orgullo desmedido. Ambas son inherentes al ser humano, pero también lo es la capacidad de superarlos. Toda persona tiene el potencial para ejercer gran influencia para bien, bastará con desearlo de verdad, e invocar el favor de Dios con constancia para lograrlo. Todo lo que a su vez solo será posible con más humildad en la vida. Ser humilde no significa que uno debe tener un concepto más bajo de sí mismo. Se trata de: 1. Creer que los demás poseen al menos algunas habilidades en las que destacan más que uno; 2. Esforzarnos por ver el lado bueno de los demás. Algo que en la práctica es imposible para alguien muy engreído.

Cuando decidimos hacernos más responsables por todo lo que sucede en nuestras vidas, empezamos un proceso hacia la madurez real, la cual no depende de nuestra edad cronológica. Es cierto que al pasar el tiempo viviremos más experiencias, y por tanto deberíamos ser más dados a crecer como seres humanos, pero ellas no generan per se una mayor madurez y consciencia en nosotros. Dependerá de que decidamos que esas experiencias nos llamen a la reflexión y nos muestren cuánto influimos con nuestras elecciones y actitudes en lo que nos ocurre. Además no bastará con decidir una vez hacernos más responsables: tendremos que estar renovando el compromiso de asumir nuestras responsabilidades, más aún al surgir a nuestro alrededor voces frecuentes de que no es así, de que siempre hay otro(s) culpable(s) de todo lo que nos ocurre. Tendremos que manejarnos en ese mar de confusión que es la vida actual, para pararnos firmemente en este y otros temas vitales.

Finalmente:

Dios me dijo que construyera un mundo mejor.

Respondí: «¿Y cómo?

El mundo es despiadado, cruel,

y soy pequeño e incapaz.

Lo que hiciera sería ineficaz.»

Dios, en Su sabiduría, añadió:

«Mejórate a ti mismo; nada más».

@viviendovalores

Un ladrillo vital

Para ejercer cualquier tipo de buena influencia para bien en otros, la humildad es un elemento fundamental, vital, tanto que sin ella nunca puede haber una buena comunicación entre dos partes

En el artículo Construyendo una nueva casa dijimos: Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

En un mundo con conflictos por los cuatro costados, en buena parte por la ausencia casi absoluta de buena comunicación entre las partes en conflicto, hay un ladrillo que es fundamental si algún día se quisiera empezar a buscar sinceramente posibles soluciones a dichos conflictos: un ladrillo llamado humildad. Y para ejercer cualquier tipo de buena influencia para bien en otros, la humildad es un elemento fundamental, vital, tanto que sin ella nunca puede haber una buena comunicación entre dos partes. Aunque ya hemos hablado del mismo otras veces, por ser tan importante, así como por su notoria escasez en nosotros los seres humanos, es necesario hablar de ello todas las veces que sea posible. Sobre todo porque cuando escasea la humildad, abunda su contrario: la soberbia u orgullo desmedido. Y cuando abunda la soberbia, enseguida van a abundar montañas de problemas, entre ellos todo tipo de conflictos. Incluso ocurre que: Dios hace frente a los orgullosos y concede, en cambio, su favor a los humildes (Santiago 4:6 versión BLPH)…lo que quiere decir que tendremos el favor de Dios al ser humildes, mientras que lo tendremos a él como el oponente más formidable que existe cuando optamos por la soberbia. 

Además cabe destacar lo siguiente: Diferencia entre orgullo y humildad: el orgullo es cuando aceptamos el crédito por cosas que Dios y/u otras personas hicieron a través de uno y por uno. Por tanto la humildad no significa pensar menos en uno mismo. Significa pensar más en Dios y en los demás.

 Finalmente, un breve poema ilustrativo del tema de hoy:

Hay veces que te crees importante

y sientes un orgullo desmedido.

Es entonces que lleno de soberbia

piensas que nadie se mide contigo.


Hay veces en que piensas que tu ausencia

dejará un vacío sin igual,

sigue pues estos consejos a conciencia

y ya verás cómo surge tu humildad.

Toma un balde, llénalo de agua,

y en él mete la mano.

Al sacarla, el vacío será igual

al que dejarás entre los seres humanos.

 
Puedes salpicar cuanto quieras,

y el agua sin descanso agitar.

Pero una vez que dejes de hacerlo,

todo volverá a su lugar.

Hay una moraleja en este sencillo poema:

Actúa de manera responsable;

ocupa el lugar que Dios te ordena,

pues nadie es indispensable.


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Construyendo una nueva casa

Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

En el artículo Necesitamos construir dijimos: Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia. Al final nos quedamos sorprendidos cuando descubrimos que tenemos que vivir en la casa que hemos construido. Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo de forma muy diferente. Pero no se puede dar marcha atrás.

Para entrar de modo persistente en lo que hemos denominado #ModoConstruir, y así poder alcanzar el objetivo de una construcción positiva de nuestra existencia, tendríamos que partir de un cambio en la mentalidad y las actitudes que hemos tenido durante mucho tiempo; esfuerzo que, a medida que se incorporen más personas al mismo, tendría un mayor impacto y cambios en el contexto y la cultura en que nos desenvolvemos usualmente. Esto no sería nada fácil. Sin embargo, si algo deberíamos estar aprendiendo de la experiencia humana, es que todo lo que realmente ha valido la pena en el transcurso de la misma nunca ha sido fácil, siempre ha costado algo, a veces mucho.

Comenzaremos comparando al mundo con la construcción de una nueva casa. Por cierto no es un secreto que luego de la pandemia reciente, esta realmente dejó al desnudo varias deficiencias y debilidades de la sociedad en que vivimos. Y esta es una realidad con la que tendremos que estar lidiando, sin importar que estemos dispuestos o no a prestar atención a lo que de verdad sucede a nuestro alrededor. De hecho, lo que no habíamos querido hacer voluntariamente antes de la pandemia, nos ha surgido como una necesidad cada vez más apremiante luego de la misma. A partir de allí nos quedó precisamente la gran tarea (que aún sigue estando pendiente) de construir esa nueva casa que acabamos de mencionar. Y cuando decimos nos quedó, nos referimos expresamente al hecho de que como humanidad nos hemos acostumbrado desde hace tiempo a que sean los líderes de todas los ámbitos de la sociedad los que hagan algo al respecto. Sin embargo, otra cosa que la pandemia dejó al descubierto es la necesidad de que cada uno de nosotros que conformamos la sociedad actual, aporte por lo menos un ladrillo de la nueva casa mencionada.

Cabe mencionar que dicha nueva casa como cualquier otra tendrá que estar sobre varios pilares de distinta naturaleza, podemos citar algunos muy importantes:

  1. Visión
  2. Decisiones
  3. Valores
  4. Compromiso

En otras entregas hablaremos un poco sobres estos pilares y además unos posibles ladrillos para la nueva casa de nuestra vida. Finalmente invitamos a nuestros amables lectores a hacerse cada uno estas preguntas:

Si nos dieran el poder de imaginarnos un mundo mejor para así poder construir esa nueva casa donde quepamos todos, y nos tocara a cada uno colocar un ladrillo, ¿cuál sería?

  1. ¿Qué estoy esperando en realidad de la vida?
  2. ¿Estoy tomando las decisiones realmente correctas?
  3. ¿Me estoy preparando esmeradamente para construir un futuro mejor?

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Necesitamos construir

Asumiendo una postura de humildad ante la vida, tendríamos que aceptar que nos hemos equivocado: tanto a nivel personal como colectivo hemos estado haciendo cosas nada provechosas

Hace un tiempo hablamos de lo que denominamos el Modo Construir. Es urgente comenzar a construir muchas cosas, por ejemplo desarrollar la humildad como rasgo vital de nuestro carácter. Aclarando que la humildad es una decisión, significa pensar más en Dios y en los demás, no menos en uno mismo. No es signo de debilidad, más bien de fortaleza, porque nos permite alcanzar metas de vital importancia en la vida, como por ejemplo vivir en una convivencia más armoniosa con los demás. Asumiendo una postura de humildad ante la vida, tendríamos que aceptar que nos hemos equivocado: tanto a nivel personal como colectivo hemos estado haciendo cosas nada provechosas, más bien muy perjudiciales.

Aún iniciando el año aquí un relato que ilustra la importancia de cómo construimos nuestra vida:

“Un carpintero ya en edad de jubilarse informó a su jefe que quería retirarse y llevar una vida más reposada con su esposa. Expresó que extrañaría el sueldo pero que se las arreglarían para subsistir. El contratista lamentó que un empleado tan valioso dejara la empresa. Enseguida le pidió que construyera una casa más, como un favor personal. El carpintero accedió pero era obvio que no ponía el corazón en la tarea. Trabajó torpemente y con materiales de mala calidad. Fue un final infeliz de una trayectoria de gran dedicación. Cuando el carpintero terminó su labor, el empleador fue a inspeccionar la vivienda. Seguidamente, le entregó la llave de la casa al carpintero y añadió: —Esta es su casa. Acéptela como un regalo de mi parte. El carpintero quedó perplejo y avergonzado. Si hubiese sabido que la casa era para él, habría puesto mucho empeño en su construcción. Lo mismo nos ocurre a todos. Construimos nuestra vida día tras día, y muchas veces no nos esforzamos al máximo en la construcción de nuestra existencia. Al final nos quedamos sorprendidos cuando descubrimos que tenemos que vivir en la casa que hemos construido. Si tuviésemos otra oportunidad, lo haríamos todo de forma muy diferente. Pero no se puede dar marcha atrás. Tal como el carpintero, vamos construyendo nuestra vida. Cada día ponemos un clavo, colocamos una tabla o terminamos una pared. Con nuestras actitudes y decisiones de hoy construimos nuestra casa del mañana…¡construyamos sabiamente!”

Usted construirá confianza con los demás cada vez que elija la integridad sobre la imagen, la verdad sobre la conveniencia o la honra sobre el beneficio personal. John C Maxwell

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Hacia la Navidad

Esta Navidad podríamos atrevernos a convertirnos en derrochadores de buena voluntad, alegría y amor sincero a todos los que podamos. Para ello habrá que dedicar tiempo y esfuerzo

Al acercarse el fin del año es natural que surjan deseos de cambios de muchas personas para el próximo. Mas donde muchos errarán al respecto es al pensar que, para que ocurran los cambios verdaderos y efectivos que deseamos, hay que esperar que nuestro alrededor u otros cambien. En realidad si de verdad queremos cambios, estos deberían empezar en nosotros mismos, para que luego se vayan reflejando en nuestro entorno y más allá. Esto es tan cierto que el mundo de hoy no lo están construyendo solo los líderes, lo estamos construyendo entre todos, día a día, paso a paso, porque todos somos necesarios.

Si a pesar de las circunstancias adversas reinantes, queremos hacer algo de verdad bueno e importante a nivel individual y colectivo, tendremos que apoyarnos en una poderosa fuerza motivadora. El amor verdadero y desprendido es una fuerza muy poderosa como motivo para hacer cambios positivos y profundos en nuestra vida. Por tanto debido a un amor así por nuestra familia, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestro país, etc. podremos estar no solo capacitados, sino muy motivados a empezar a efectuar los grandes cambios que requerimos cada uno para que las circunstancias desfavorables actuales puedan realmente cambiar.

Hoy día la necesidad de ver el interés amoroso en acción es mayor que nunca. Y el efecto de ver el amor en acción también es mucho mayor. Cuando las personas ven el amor expresado de formas realmente excepcionales, se dan cuenta. El mundo se muere por este tipo de amor genuino y desinteresado.
Con una mente y un corazón dispuestos podremos poner el amor en acción, y así seguir adelante con muchas pequeñas obras de amor desinteresado, lo más a menudo posible. Tales como: más perdón, comprensión, comunicación, apoyo, empatía y acciones amorosas y solidarias. Dando nuestro tiempo y siendo oídos atentos a los demás. Asimismo un hombro fuerte para que otros se apoyen o lloren. No sacando conclusiones ni juzgando deprisa, sino más bien dando a los demás el beneficio de la duda.

Esta Navidad podríamos atrevernos a convertirnos en derrochadores de buena voluntad, alegría y amor sincero a todos los que podamos. Para ello habrá que dedicar tiempo y esfuerzo. Y sería excelente que decidiéramos seguir haciéndolo luego de la época navideña. Así estaríamos ayudando a instaurar la paz en nuestro entorno y más allá, además pasaríamos de ser parte del gran problema que tenemos a ser parte de la solución real al mismo. La Navidad es una época muy propicia para procurar todo esto, además de que en Navidad muchas personas en el planeta celebramos una fecha que alteró el rumbo de la Historia. Aunque hasta que esa misma fecha no altere el rumbo de nuestra vida personal ella carecerá de sentido para nosotros.

Finalmente una frase de John C Maxwell que dice una gran verdad, de paso muy en sintonía con la entrega presente: Si TODOS no pagan el precio de ganar, TODOS pagarán el precio de perder (énfasis mío)

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Cuidado con nuestra mente

Nuestras circunstancias usualmente están fuera de nuestro control, pero no del de Dios; nuestros pensamientos nos dan forma, y Dios puede ayudarnos a tener buenos pensamientos

Hemos mencionado en otras entregas que debemos tener mucho cuidado con lo que pensamos, ya que nuestros pensamientos tienen poder para construir y poder para destruir. La realidad es que a través de nuestra vida nos vamos convirtiendo en el fruto de nuestros pensamientos.

A continuación un extracto de un escrito de Earl Nightingale que ilustra muy bien el tema:


¿Por qué algunas personas tienen éxito, mientras que otras siempre parecen fracasar? ¿Cómo podemos definir el éxito? ¿Es el éxito el maestro que enseña en la escuela porque eso es lo que quería hacer? ¿O la madre que quería ser esposa y madre y lo está haciendo muy bien? ¿O el emprendedor que inicia su propia empresa porque ese era su sueño? El éxito puede definirse como la realización progresiva de un ideal digno. ¿Existe un secreto para el éxito y el fracaso? La respuesta es sí. Nos volvemos lo que pensamos. ¿Por qué nos convertimos en lo que pensamos? Aquí una historia paralela a la mente humana:

Un granjero tiene algo de tierra y es una tierra buena y fértil. La tierra da al agricultor la opción de plantar en esa tierra lo que quiera. A la tierra no le importa. Depende del agricultor tomar la decisión. Estamos comparando la mente humana con la tierra porque a la mente, como a la tierra, no le importa lo que plantemos en ella. Nos devolverá lo que plantemos, pero no le importa lo que plantemos. Ahora, digamos que el granjero tiene dos semillas en la mano: una es una semilla de maíz y la otra es de belladona, una planta venenosa. Cava dos pequeños agujeros en la tierra y planta ambas semillas: una de maíz y la otra de belladona. Tapa los agujeros, riega las semillas y cuida la tierra ¿qué sucederá? Siempre la tierra devolverá lo sembrado. A la tierra no le importa. Devolverá veneno en tan maravillosa abundancia como lo hará con el maíz. Entonces surgen las dos plantas: un maíz, un veneno.

La mente humana es mucho más fértil, mucho más increíble y misteriosa que la tierra, pero funciona de la misma manera. No importa lo que plantemos… el éxito… o el fracaso. Una meta concreta y que valga la pena… o confusión, malentendidos, miedo, ansiedad, etc. Pero devolverá lo que plantemos. La mente humana es el último, gran e inexplorado continente de la tierra. Contiene riquezas que van más allá de nuestros sueños más locos. Nos devolverá todo lo que queramos plantar. Decidamos ahora. ¿Qué es lo que queremos? Lo que sea que elijamos plantar en nuestra mente, será la decisión más importante que tomaremos en toda nuestra vida.

Amigos: Nuestras circunstancias usualmente están fuera de nuestro control, pero no del de Dios; nuestros pensamientos nos dan forma, y Dios puede ayudarnos a tener buenos pensamientos. Aunque tenemos que pedírselo expresamente, y con fe y una actitud expectante. De hecho hay un pasaje en las Escrituras, Romanos 12:2 (v. NTV), que dice: “…deja que Dios te transforme en una nueva persona cambiando tu forma de pensar…”

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Velar por nuestra vida

Recordemos que la vida es como un bumerán. Así que en vez de estar tan pendientes de lo que hacen los demás, cuidemos nuestro negocio (nuestra propia vida). Ya tendremos las manos bien llenas si solo nos dedicamos a velar por nuestra propia vida ante Dios

Pensaba en estos días que dejar de intentar controlarlo todo, al menos a otras personas, parece ser una gran lección para muchos. Usualmente fomentamos el miedo de permitir que la vida solo ocurra. Asimismo nos preocupamos por: nuestra salud, familia, trabajo, economía y otras cosas más. Muchas veces las cosas salen bien al final, pero en el camino dejamos una estela de frustración al tratar de estar controlando el resultado de los eventos o lo que hacen los demás, lo cual no nos corresponde. Es pretender jugar a hacer el papel de Dios, lo que obviamente está totalmente fuera de nuestro alcance y responsabilidad. Una vez leí de alguien que dijo que se percató de que al dejar de querer controlar a otras personas o al resultado de los sucesos que ocurrían en su vida, en general todo parecía que empezaba a funcionar para su propio bien. Estoy muy de acuerdo con esa afirmación. Lo cual no significa que uno abandone sus responsabilidades, o que se va a sentar a esperar que los problemas se resuelvan solos. Lo que sí creo que significa es que debemos cambiar totalmente de foco, y en vez de estar usualmente buscando culpables de lo que nos sucede, así como por qué nos sucede, deberíamos estar buscando para qué nos ocurre lo que nos ocurre…por ejemplo, para que nos percatemos de que:

1. Debemos luchar por cumplir bien el papel que nos toca en la vida;

2. Deberíamos aprender a ser agradecidos con Dios por cada cosita que Él nos da, más aún porque Él nos retira sus bendiciones cuando no las apreciamos. A mí esto me ha sucedido varias veces, por eso insisto en aprender a agradecer a Dios por lo más mínimo, aún por las cosas en principio negativas, porque de alguna forma él se las arregla para que al final estas redunden en mi bien (porque él  es Dios, y tiene el amor y el poder para hacerlo). Por cierto ser agradecido nunca es fácil, hay que perseverar en ello, sobre todo apoyarse en Dios para ello;

3. Siempre es más fácil derribar que construir, las palabras son cosas vivas…bendicen o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan;

4. Antes de estar juzgando a otras personas ¿por qué más bien no intentamos una semana ponernos en su lugar?;

5. Al no haber estado en la oscuridad no apreciaremos la luz; si nunca nos hemos enfermado ¿cómo apreciaremos la buena salud? ¡No aprenderemos a valorar la alegría hasta que conozcamos la tristeza!

Amigos: Recordemos que la vida es como un bumerán. Así que en vez de estar tan pendientes de lo que hacen los demás, cuidemos nuestro negocio (nuestra propia vida). Ya tendremos las manos bien llenas si solo nos dedicamos a velar por nuestra propia vida ante Dios.

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Hacer lo correcto

Uno de los mayores retos que vamos a tener en nuestra vida es seguir haciendo lo correcto cada día a pesar de lo que hagan los demás

Estamos viviendo tiempos difíciles, la gente cada vez más elige ver lo que no es correcto como algo natural. Lo que quiere decir que se “normalizan” varias actitudes que no son normales ni correctas, como el maltrato (verbal y/o físico), el irrespeto (a personas y normas), los chismes, decir mentiras, etc.


A continuación un relato breve que muestra de forma sencilla que cada uno de nosotros en la práctica elegimos cómo es nuestro proceder cada día, a pesar de lo que otros hagan (o dejen de hacer), y al mismo tiempo y unido con ello estaremos eligiendo las consecuencias de dicho proceder, para bien o para mal, nos guste o no:


Un señor va una mañana con un amigo a comprar el periódico. Saluda afablemente al vendedor. Este responde con un gruñido. El comprador, como si nada pasó, le pregunta por su salud, su familia, su trabajo. El kiosquero casi molesto se limita a emitir secos monosílabos.

Después el amigo le pregunta: –¿Te trata siempre tan mal? –Por desgracia, sí. Todos los días lo mismo. Y ya hace cinco años que lo trato. –¿Por qué entonces sigues mostrándote tan amable con él? –Porque no quiero que sea él quien decida cuál será mi estado de ánimo, ni cómo debo proceder en mi día a día.

Uno de los mayores retos que vamos a tener en nuestra vida es seguir haciendo lo correcto cada día a pesar de lo que hagan los demás. Uno, para establecer qué es lo realmente correcto cada vez, lo cual no dependerá de nuestras preferencias personales. Dos, como muchas personas están eligiendo qué es correcto para ellas según sus sentimientos, emociones y opiniones, usualmente estos no nos llevan a actitudes y/o acciones correctas. Y como la conducta humana se contagia fácilmente de lo que hacen otros, si esta es nociva o errónea, ocurrirá que usualmente nos contagiaremos de ella.

Existe una máxima que refleja una gran verdad: lo que no está del todo bien no está bien. Hoy día muchas veces lo que sucede no está del todo bien, lo cual podremos confirmar cada vez por los resultados reales de ello. En el relato es obvio que la conducta del señor del kiosko es nociva, en especial para él. A pesar de ello el comprador persistió en tratarlo amablemente durante la bicoca de ¡5 años! Mientras el kiosquero vive gruñendo (seguro cada vez más), el comprador decidió que eso no es lo que definirá su conducta, actitud que seguro tendrá un fruto positivo con otras personas. Ese tipo de perseverancia no es nada fácil, por ello con igual constancia podremos decidir apoyarnos en la ayuda y fortaleza que Dios puede darnos para ello, y si las pedimos claramente y con fe él nos ayudará…¡otro motivo para nuestra gratitud hacia él!

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¡Es urgente!

Nunca dejemos de esforzarnos por ser más desprendidos, ya que el desprendimiento transformará totalmente nuestras vidas y nuestras relaciones con los demás

En el artículo “Dejar huella” dijimos: …todo problema puede imputarse a una decisión egoísta o desconsiderada, porque la principal causa de los trastornos que afectan al mundo son el egoísmo y la falta de amor sincero…

En estos tiempos cada vez es más notorio nuestro egoísmo. Si deseamos de verdad que las cosas cambien, lo primero que deberíamos hacer cada uno es reconocer esta gran verdad…no en los demás (¡muy fácil!), sino en ¡nosotros mismos! (¡bien difícil!)

Una de las áreas en nuestras vidas a las que deberíamos dar la mayor importancia es a nuestras relaciones con las demás personas, sean de nuestro entorno directo o no. ¿Por qué? Porque todos los días y hasta el fin de nuestra existencia en el planeta vamos a estar relacionándonos con otros seres humanos, nos guste o no. Además de que si no estamos dispuestos a aceptar y valorar la importancia de los demás seres humanos, será muy difícil que ellos actúen distinto con nosotros…resultado: el caos. Por esto urge que aprendamos a asumir actitudes contrarias al egoísmo, lo cual podemos resumir en una palabra: desprendimiento (o desinterés). Si queremos aprender a ser desprendidos pensaremos un poco más en los demás y un poco menos en nosotros.


En este aprendizaje tendremos un gran obstáculo: ser egoísta es la naturaleza humana. Lo natural es que pensemos solo en lo que nos interesa, lo que nos lastima y nos ofende, en general en todo lo que tenga que ver con nosotros. Hasta la sociedad actual nos estimula a hacer lo que creamos sea mejor para nosotros. Por ello cuando empezamos a hacer lo contrario, es decir conocer y comenzar a cuidar de lo que realmente interesa a los demás, también vamos a empezar a solucionar varios problemas. De hecho el desprendimiento y la humildad construyen relaciones. Al contrario, el egoísmo las destruye.

Incluso en muchas ocasiones cuando tratamos amablemente a personas desagradables, no como se lo merecen, ellas cambian, a veces radicalmente. Así, una de las lecciones más importantes en la vida será el aprender a ser desprendido, lo cual no será nada fácil y será una lección para toda la vida. Aunque no estaremos solos en ello: Dios nos acompañará en ese proceso todo el tiempo que sea necesario, siempre que se lo pidamos expresamente y con una actitud expectante.

En fin roguemos a Dios nos ayude a romper el círculo vicioso del egoísmo. Nunca dejemos de esforzarnos por ser más desprendidos, ya que el desprendimiento transformará totalmente nuestras vidas y nuestras relaciones con los demás, cuando con la práctica nos estemos apoyando en el espíritu del Dios vivo, para así irlo convirtiendo en una conducta duradera.

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